Investigadores del INTA Concordia evalúan biorreguladores para optimizar el desarrollo y la maduración del arándano. Los primeros resultados muestran mejoras en el tamaño, la calidad y las características que demanda el mercado internacional.
La provincia de Entre Ríos concentra la mayor superficie destinada al cultivo de arándanos del país. En la presente campaña, que ahora está en plena cosecha, las estimaciones indican que el área oscila entre 800 y más de 1.000 hectáreas destinadas a este cultivo.
En este contexto, el INTA —más específicamente los investigadores de la Estación Experimental Concordia— acompaña a los emprendimientos desde hace más de 30 años, cuando comenzó la introducción del blueberry con fines comerciales.
“Los productores de esta región son innovadores y se han vinculado con los diferentes actores de la cadena para obtener los mejores resultados a campo, pensando siempre en un consumo creciente y exigente que está compuesto mayormente por habitantes de otros países”, dijo en diálogo con AIRE Agro la investigadora del INTA Concordia, Fernanda Rivadeneira.
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Necesidades del cultivo de arándano y demanda de mercados internacionales
“El cultivo de arándano y la fruta en sí han visto un crecimiento en la demanda como consecuencia del mayor requerimiento internacional de alimentos con altos contenidos de antioxidantes y compuestos bioactivos que son beneficiosos para la salud humana”, explicó Rivadeneira.
“Exigen no solo que sean de alta calidad nutricional, sino también que sean frutas inocuas. Por ahí pasa principalmente el desafío de la generación a campo de este alimento”, detalló la investigadora.
Como principal condicionante para abastecer la demanda de arándanos se cita la distancia, en kilómetros, de los principales mercados mundiales. Para productores y técnicos especializados en el cultivo, esto convierte a la fruta en un producto que debe tener un manejo específico para poder llegar en las condiciones requeridas.
Según la especialista de INTA Concordia, la solución está en la elección correcta de las variedades que mejor se adapten a la zona productiva y en las tecnologías de manejo que permitan contar con fruta fresca capaz de conservar sus propiedades y llegar a mercados distantes en buenas condiciones de poscosecha.

Variedades y manejo que determinan la calidad del arándano
En el cordón productivo de arándanos de la provincia de Entre Ríos, que comprende mayormente los departamentos del norte provincial, de costa a costa entre los ríos Uruguay y Paraná, las variedades más difundidas son O’Neal y Misty. Asimismo, se cultivan Emerald, Duke, Bluecrop, Brigitta y Snowchaser.
El rendimiento promedio histórico era de 7 a 8 toneladas por hectárea. Estas cifras han crecido notablemente en las últimas campañas, permitiendo alcanzar entre 10 y 11 toneladas por hectárea de fruta en plantas maduras y con el manejo adecuado.
Las inversiones a campo para el cultivo de arándano tienen un costo que va de 10.000 a 30.000 dólares por hectárea, dependiendo del nivel de infraestructura, la cantidad de plantas, la preparación del terreno y el sistema de riego.

Estrategias con biorreguladores para mejorar tamaño y maduración del fruto
A los productores les preocupa la maduración y la calidad de los frutos obtenidos. Como respuesta a estas demandas, los investigadores del INTA Concordia trabajan en la implementación de biorreguladores, compuestos que, al aplicarse en bajas concentraciones, pueden imitar o modificar las hormonas vegetales que regulan el crecimiento y el desarrollo vegetativo.
“No son esenciales para la vida de la planta, pero su uso puede influir de manera significativa en aspectos como el tamaño, el peso y el período de cosecha de los frutos”, puntualizó Rivadeneira.
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En cuanto a la efectividad de los biorreguladores, señaló que puede variar según la variedad de arándano y la zona donde se desarrolle el cultivo. “En nuestro país se están realizando ensayos con las variedades Snowchaser y Emerald, reconocidas por su alto rendimiento y calidad”, explicó la investigadora.

Los primeros resultados obtenidos por los equipos de investigación fue la detección de biorreguladores internos actuando en los distintos estadios de crecimiento y maduración del fruto. Asimismo, observaron que las aplicaciones de estos compuestos modificaron los niveles de algunos metabolitos clave, como azúcares, ácidos orgánicos y aminoácidos, determinantes para el sabor y la calidad del fruto.
“Buscamos mejorar la calidad del fruto y hacer más eficiente el proceso de cosecha, aumentando el tamaño del arándano, que es una característica altamente valorada en los mercados internacionales”, concluyó Fernanda Rivadeneira, de la Estación Experimental del INTA Concordia.
