La falta de planificación en la sucesión agropecuaria pone en riesgo la continuidad del negocio y la armonía familiar. Este artículo ofrece claves prácticas para ordenar roles, profesionalizar la gestión y preparar a la próxima generación para liderar con claridad y previsión.
La cuestión del traspaso generacional en el agro santafesino es una realidad que no puede ser ignorada. Según el Censo Nacional Agropecuario 2018, en Santa Fe el 80% de las unidades agropecuarias están organizadas como personas físicas: el 31% supera los 65 años, el 57% está entre 40 y 64, y solo el 12% es menor de 39 años.
Además, el 95% son gestionadas directamente por sus dueños. En cambio, entre quienes se organizan como personas jurídicas, el 75% se administra de forma directa y el 25% cuenta con administración profesionalizada.
Los números nos invitan a la pregunta: ¿Estamos preparando la gestión de nuestras agroempresas para la nueva generación que hoy ya está interactuando?
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En esta columna comparto tres consejos útiles para los productores y para la cadena de valor, que también debe entrenarse para permitir la convivencia con una nueva generación que analiza, valora y siente de una manera diferente a la que lo hicieron sus padres, aunque quizás más cercana a sus abuelos.
Consejos para productores: el rol de la generación actual en la transición
1. Iniciar la «conversación incómoda» de la sucesión
Es comprensible que incomode poner sobre la mesa cómo se organizarán, desde la gestión empresaria, patrimonial y familiar, cuando la generación actual ya no esté. Sin embargo, la sucesión debe dejar de ser un tabú para convertirse en un proceso conversado, transparente y planificado con anticipación.
Postergar este diálogo solo incrementa el riesgo de rupturas y la improvisación ante situaciones de urgencia. Es fundamental respetar las decisiones de quienes no deseen continuar en el negocio y sincerar los roles según las capacidades e intereses de cada integrante.
Aun cuando ya se avizore que la empresa no continuará por no haber sucesores interesados, debe existir un proceso planificado de reconversión o revitalización para su eventual venta.
2. Diseñar un marco de convivencia
La clave para que la transición genere unidad es la escucha y la profesionalización en un marco de convivencia claro, preferentemente escrito. Esto implica definir reglas del juego que protejan a la empresa de los vaivenes emocionales de la familia. Es necesario separar el rol del sucesor (o de cualquier familiar que trabaje en el campo) de su rol familiar, estableciendo una doble diferenciación, tal como lo conversamos en columnas anteriores:
- REMUNERACIÓN acorde al TRABAJO
- PARTICIPACIÓN EN LOS RESULTADOS acorde al CAPITAL (propiedad)
3. Liderar es saber soltar: la danza del traspaso
El líder de la generación actual debe entender que la transición exitosa requiere construir al sucesor con tiempo, formación y espacio para el error y la innovación.
No debe retirarse abruptamente, sino transitar el difícil paso de “hacer, enseñar a hacer y dejar hacer”.
Es clave transferir la autoridad y la responsabilidad de manera gradual, permitiendo que el sucesor implemente nuevas tecnologías o estrategias que le otorguen legitimidad y confianza ante el resto del equipo y la cadena de valor.
Consejos para la cadena de valor
El nuevo productor (millennial y generación Z) llega con una formación diferente y una mentalidad que valora el propósito y la información al instante. La cadena debe transformarse para ser un asistente de soluciones, no solo un proveedor de insumos o servicios.
1. Ser el socio digital: agilidad y datos
La nueva generación es nativa digital y tiene un paradigma de conocimiento mediado por la tecnología. Demanda respuestas inmediatas y transparentes basadas en datos concretos, no solo en la experiencia.
Es necesario invertir en herramientas digitales (apps, plataformas de gestión, IA) que permitan a los productores gestionar su información y obtener asesoramiento de alta velocidad. La cadena debe hablar el lenguaje de los datos: procesamiento instantáneo de mapas satelitales, información de mercado online y trazabilidad.
2. Fomentar una visión holística del negocio
Si la generación anterior se enfocó en la eficiencia productiva, desde mi experiencia de acompañar integraciones generacionales, la nueva gestión tiene un enfoque más amplio, buscando la profesionalización en los tres sistemas: familia, propiedad y empresa.
Es clave ampliar el portfolio de servicios para incluir asesoramiento en gestión estratégica, legal y financiera para la empresa familiar agropecuaria.
Asimismo, promover la capacitación en habilidades blandas como liderazgo, negociación y gestión del cambio, temas centrales para sostener la armonía familiar mientras el negocio crece.
3. Actuar como motor de la innovación y la sustentabilidad
Los “agro-millennials” no solo buscan rentabilidad, sino también sustentabilidad (ambiental, económica y social) e innovación. La cadena de valor debe asumir un rol de liderazgo en esta transformación.
Es fundamental colaborar con la nueva generación en la búsqueda de certificaciones y en la incorporación de tecnologías de bajo impacto ambiental (como bioinsumos o agricultura de precisión avanzada). Esto no solo agrega valor al producto, sino que posiciona a la cadena como un agente de cambio y un aliado del futuro productivo de Santa Fe.
Conclusión
Los datos que ofrece Santa Fe sobre la composición etaria de sus productores y la escasa profesionalización de la gestión en las personas humanas no son solo números fríos; son un espejo que nos interpela sobre el futuro del sector. Revelan una necesidad imperiosa: dejar de ver la transición generacional como un riesgo y asumirla como la oportunidad estratégica de integración más importante para que el negocio trascienda.
Simultáneamente, interpelan a la cadena de valor (asesores, proveedores, entidades financieras) a transformarse en socios digitales y ofrecer soluciones basadas en datos, tecnología y transparencia, acompañando la visión de un productor joven que exige una gestión holística, rápida y enfocada en la sustentabilidad.
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Solo el 5% de las empresas familiares llega a los nietos. Detrás de ese número hay una constante: las que lo logran son aquellas que supieron conversar, planificar y profesionalizar la convivencia entre familia, empresa y propiedad.
El destino del campo santafesino se juega hoy, en la mesa familiar y en la agenda de la cadena.
¿Qué conversación está faltando en tu agroempresa para asegurar la cosecha del mañana?
Es hora de dar el primer paso y poner sobre la mesa lo que se anuda en la cabeza.


