El avance sostenido de la carinata en Entre Ríos se explica por su aporte a la diversificación invernal, su buena respuesta agronómica y su adaptación a los ambientes locales. Productores e investigadores destacan su rendimiento, su rol en las rotaciones y el creciente interés que proyecta para las próximas campañas.
En Entre Ríos, la superficie sembrada con brassicáceas creció un 80 % en el último año y ubicó a la carinata entre las opciones más prometedoras para la campaña fina. Productores y técnicos coinciden en que este cultivo invernal, aún incipiente en la región, avanza sostenido por buenos resultados y un rol estratégico en los esquemas agrícolas.
La presencia de la carinata se vuelve concreta al llegar a Sauce Pinto, distrito Espinillo del departamento Paraná, donde Jonathan Grinovero —productor agropecuario y miembro de Aapresid— la incorporó por primera vez en 2017. Lo hizo en pequeñas superficies, casi a prueba, pero con el paso de las campañas el cultivo fue ganando espacio.
Hoy ocupa entre un 10 % y un 15 % de la superficie del establecimiento, y ya proyecta ampliarla el próximo año. El crecimiento, dice, no responde a un impulso aislado, sino a un desempeño que se consolidó campaña tras campaña.

Una apuesta que crece en la provincia de Entre Ríos
Según el último reporte del SIBER (Sistema de Información de la Bolsa de Entre Ríos), para la campaña 2025/26 la provincia proyecta unas 31.200 hectáreas de brassicáceas. Dentro de ese total, la carinata ya ocupa unas 11.000 hectáreas —aproximadamente el 35 %—, señal de que su presencia dejó de ser un ensayo para convertirse en parte del paisaje agrícola.
Leonardo Coll, ingeniero agrónomo de la EEA INTA Paraná, describe a la carinata como un cultivo oleaginoso de ciclo invernal capaz de diversificar las secuencias productivas y reducir riesgos climáticos y comerciales. Su periodo crítico ocurre antes que el del trigo, lo que permite sembrar luego soja o maíz de segunda sin resignar rendimiento.

En el campo, Grinovero observa otro beneficio: la carinata aporta estabilidad a los suelos gracias a su sistema radicular profundo, un factor clave en zonas donde la erosión hídrica es un problema recurrente. Coll agrega que, por su parentesco con la colza, la especie ofrece ventajas competitivas como menor tendencia al desgrane, mayor resistencia a la sequía y menor susceptibilidad a enfermedades.
El manejo, un capítulo aparte en la dinámica de la oleaginosa
Coll advierte que la carinata es sensible a las heladas, por lo que sugiere evitar la siembra después del 15 de mayo, en especial en lotes bajos o con excesiva cobertura de rastrojos. Grinovero coincide y señala que es un cultivo que exige atención y acompañamiento técnico: las plagas y enfermedades pueden surgir en momentos inesperados y la trazabilidad es estricta debido a los contratos específicos de comercialización.

Para su implantación utiliza alrededor de 3,5 kg de semilla por hectárea, un tamaño tan pequeño que obliga a calibrar con precisión la maquinaria. Busca lograr entre 70 y 90 plantas por metro cuadrado y trabaja con las variedades Nuseed 350 y 400; destaca especialmente la 350 por su porte, que facilita la cosecha.
Nutrición, sanidad, rotación, las claves para un cultivo exitoso
Coll recomienda una fertilización completa con fósforo, nitrógeno y azufre, dada la alta respuesta del cultivo. También insiste en evitar lotes con herbicidas residuales del grupo ALS. Explica que el control de malezas puede hacerse con preemergentes y posemergentes, y menciona como plaga ocasional a la polilla de las coles (Plutella), controlable con insecticidas.

Señala, además, que las floraciones tempranas —habituales desde mediados de agosto— suelen asociarse con los mejores rendimientos provinciales.
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En el esquema productivo de Grinovero, la carinata ya ocupa un lugar definido. La integra en rotaciones con vicia, maíz temprano o soja, aunque considera ideal la secuencia maíz temprano–carinata–soja. Cuando llega después de soja, admite que los rastrojos pueden complicar la implantación.

La campaña 2025 como termómetro para la carinata entrerriana
El último ciclo dejó resultados alentadores. Grinovero afirma que la carinata se comportó mejor que el trigo. En un año de lluvias abundantes, el cultivo respondió con plantas de mayor porte y un desempeño estable, demostrando una notable capacidad para transformar el exceso hídrico en estructura y rendimiento. Concluye que se trata de una especie de manejo relativamente sencillo y con excelente adaptación a los suelos del centro entrerriano.
Impulsada por su aporte agronómico, su adaptabilidad y resultados crecientes, la carinata avanza en Entre Ríos con una presencia cada vez más sólida. Su expansión parece no ser una tendencia pasajera, sino el comienzo de un nuevo capítulo en la diversificación agrícola de la región.
