Miguel y Alexis Pintos, padre e hijo, trabajan con la raza Santa Inés. Ganadería ovina que apuesta a la exportación de genética y a la provisión de carne para consumo regional. La mirada integral de Francisco Blaha, toda una vida dedicada a la investigación y transferencia de tecnologías de manejo y procesos en ovinos en Entre Ríos y Corrientes.
Miguel y Alexis Pintos, padre e hijo, son productores de ovinos en Sauce Pinto, Entre Ríos. Se dedican principalmente a la cría de la raza Santa Inés, una raza deslanada, ideal para la producción de carne y la exportación de genética. Este emprendimiento familiar se enfoca en la venta de carne de cordero trozada para consumo regional y en la mejora genética a través de la exportación de material genético.
“Criar corderos para producir carne y venderla zonalmente, trozada y lista para un fácil consumo es una idea que mi hijo Alexis puso en marcha”, dijo a Aire Agro, Miguel, productor pecuario que desde Sauce Pinto se dedica a los ovinos en un establecimiento que es un emprendimiento netamente familiar.
Genética y producción de carne: la propuesta de la cabaña San Miguel
En la cabaña San Miguel producen carne con animales de la raza Santa Inés, que se caracteriza por ser deslanada. Tienen pelo y no requieren esquila. Es de perfil netamente carnicero y de alta capacidad reproductiva.
“Este año pudimos exportar e importar genética de Paraguay, es un desafío. Comenzamos a tratar de abrir las líneas de sangre que eran escasas”, señaló Miguel Pintos.
Alexis Pintos, su hijo, tuvo la idea de generar carne trozada, y luego agregar valor produciendo hamburguesas, pensando en facilitar el acceso a lo generado en el campo.
“Una de las principales limitantes de estos sistemas es justamente el consumo, es poco en la región y estacional. Entonces, quisimos mediante el acceso a un frigorífico zonal, poder aportar una opción que permita una rápida adopción. Y hoy día, todo lo que producimos, se vende”, explicó el productor de Sauce Pinto.
Alimentación y manejo: sistema semi intensivo
En la cabaña trabajan con 350 animales puros de pedigree. Más las existencias de majadas sin registro de genética que son mayormente, los destinados a consumo. Producen animales que tienen entre 28 a 30 kilos finales de peso.
“A los 120 días se tiene un animal listo para faena. Entre lo generado, eligen vientres y reproductores para el mejoramiento del rodeo en general”, explicó Miguel Pintos.
En cuanto al manejo resaltaron que producen pasturas, básicamente alfalfas, para ración, que combina con silo picado, maíz y avena. Y expeller de soja, especialmente en los animales de genética controlada. El esquema es “semi intensivo”.
El sistema completo contempla la venta de carne a nivel regional y de reproductores en el país. “Tenemos demanda de animales porque se difunden localmente las propiedades de esta raza que por no generar lana, es de mejor y más sencillo manejo”, describe el productor entrerriano.
La cabaña San Miguel participó como expositor del reciente Encuentro Internacional de ovinos, que se desarrolló en el patio de Razas en la Facultad de Agronomía de Oro Verde y que fue convocado por investigadores del INTA, encabezados por Mariano Ferreira, médico Veterinario, responsable del módulo Ovinos de la Estación Experimental Paraná, encuentro al que concurrieron además, productores y especialistas de Paraguay, país que tiene a la Santa Inés en plena expansión.
La mirada especializada de Francisco Blaha
Francisco Blaha es asesor técnico especializado en ovinos. Con una extensa carrera en Inta y en la actividad privada, asegura que el gran cambio en los sistemas comenzaron por la denominación. “Hasta hace no mucho tiempo atrás, se les llamaban lanares y ahora ya no, simplemente son ovinos”.
Para Blaha la producción para desarrollarse eficientemente debe sustentarse en tres grandes pilares: un enfoque productivo, uno social y uno económico. “Si lo que generamos no tiene sustentabilidad económica no es viable, si erosiona o daña el ambiente no es perdurable en el tiempo y si no contribuye al crecimiento social, tampoco”, explicó Blaha.
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Con estas premisas diseñaron un esquema con distribución geográfica, para segmentar productores y zonas. “Encontramos que la oveja se adapta a todos los ambientes y circunstancias en Entre Ríos. A partir de este concepto, pensamos en el ovino y vemos que las razas se han ido adecuando a los esquemas y sus necesidades.

Permitiendo sistemas de alta carga en pequeñas superficies como característica fundamental”, señaló el ingeniero Agrónomo. Agregó que la búsqueda de mayor adaptabilidad logró en poco tiempo contar con razas con fines bien específicos, como son la destinadas a producir carne. Y otras para carne y lana.
Blaha asegura que hoy día sigue pensando para la región en sistemas que integren. “En vacas y ovejas, pastando y aprovechando los pastizales nativos, y aportando al equilibrio biológico. Al manejarlos como un integrante del ecosistema sustentable del que forman parte, junto al productor”, concluyó el especialista que trabajó en áreas de Extensión de INTA en localidades como Curuzú Cuatía en Corrientes y en diferentes destinos en Entre Ríos como Paraná y La Paz. Actualmente continúa como asesor privado de productores ovinos en la zona.
Según cifras oficiales de Marzo de este año, en la provincia de Entre Ríos se registran más de 600 mil cabezas de ovinos en producción. Y existen alrededor de 10 mil establecimientos que declararon dedicarse a ovinos.


