Las interrupciones constantes en las labores mantienen a más de un millón de hectáreas sin implantar en la región núcleo. El cierre inminente de la ventana óptima aumenta la presión sobre los productores y eleva el riesgo de pérdidas.
La campaña de soja de primera avanza con fuertes demoras en la región núcleo y mantiene en vilo a los productores.
Según la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario, la siembra alcanza apenas el 70% del área prevista, ubicándose 18 puntos porcentuales por debajo del promedio de las últimas cinco campañas y 25 puntos por detrás del año pasado.
Sibre el cierre de la ventana óptima —en estos días— todavía resta implantar cerca de un millón de hectáreas.
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Una siembra que avanza a contrarreloj en la región núcleo
Las lluvias recurrentes, con precipitaciones cada tres o cuatro días, han frenado repetidamente las labores. En Aldao, en el centro-sur de Santa Fe, describen un panorama complejo: los lotes sembrados aún no logran emerger antes de que nuevas tormentas depositen hasta 40 milímetros, generando dudas sobre la necesidad de resembrar.
En San Pedro, en el noreste bonaerense, el avance es mínimo, apenas del 15%, y hacia el sur de Junín reconocen un atraso significativo que podría agravarse con nuevas lluvias. Unas 600.000 hectáreas están al borde de salir de la ventana que garantiza los máximos rendimientos.

El panorama, sin embargo, es heterogéneo. En el noroeste de Buenos Aires —como en General Pinto— los productores destacan que el suelo se seca rápidamente por efecto del viento y las altas temperaturas, lo que permite retomar la siembra sin demoras prolongadas.
También en el sur y centro-sur santafesino, en zonas como Carlos Pellegrini y Bigand, el progreso es mucho mayor: entre el 80% y el 90% ya está implantado, y la mayoría de los productores confía en completar las labores dentro del período recomendado. En Marcos Juárez restan pocos lotes por sembrar y se proyecta finalizar esta semana.
Tormentas, granizo y suelos saturados complican la campaña
Mientras tanto, la última tormenta del fin de semana pasado dejó secuelas importantes. Las zonas que acumulaban excesos hídricos sufrieron nuevos impactos: en Junín, sectores bajos quedaron anegados y afectaron nacimientos, generando rodeos sin plantas.
En San Pedro, el “planchado” del suelo volvió a complicar la emergencia de los cultivos, mientras que en Corral de Bustos el viento y el agua dañaron emergencias que deberán resembrarse.
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La situación más crítica se registró al este de General Pinto, donde una manga de granizo provocó pérdidas del 50% al 70% en lotes de maíz, trigo y girasol. Si bien los técnicos aclaran que se trató de un área acotada, para los productores afectados el panorama es complejo.
Con una siembra que avanza a contrarreloj y episodios climáticos que no dan tregua, el desafío para los productores es doble: intentar completar las labores dentro de la ventana óptima y, al mismo tiempo, evaluar daños, resembrar y reorganizar la campaña en medio de una secuencia de tormentas que sigue sin dar señales de estabilización.
