La chicharrita cedió terreno, pero nuevas plagas ya ponen en alerta a los maizales. Chinches y orugas aparecen como las grandes protagonistas de esta campaña en Córdoba y Santa Fe.
La Red Nacional de Trampas de Monitoreo de la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis), en la que participan el Movimiento CREA, el INTA y otras instituciones, registró en 2025 una retracción significativa de la plaga en comparación con 2024. Tanto la cantidad de individuos en el campo como la proporción de ejemplares portadores de patógenos resultaron notablemente inferiores.
No obstante, en la presente campaña habrá que presentar atención a otras plagas relevantes: la chinche de los cuernos, cuya presión sobre el cultivo se intensifica y puede ocasionar pérdidas de hasta un 25% de rinde, y la oruga de la espiga, que en las últimas campañas mostró un crecimiento poblacional acelerado y resistencia a tecnologías BT.
Emilia Inés Balbi, especialista en Entomología del INTA Marcos Juárez, se refirió a estos aspectos durante una reciente jornada de actualización técnica de granos gruesos organizada por la región Sur de Santa Fe de CREA y el INTA Marcos Juárez. Allí brindó un panorama actual de la situación, junto recomendaciones técnicas de monitoreo y control adaptadas a diferentes planteos productivos.
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Chinche de los cuernos: la nueva pesadilla que gana terreno en el maíz
En la última campaña, la población de la chinche de los cuernos mostró un incremento significativo. “Fue raro encontrar lotes de maíz sin síntomas, aunque en muchos casos no implicaron pérdidas de rendimiento. Sin embargo, detectamos incidencias muy altas, incluso en trigo”, indicó la investigadora del INTA.
El aumento poblacional y la mayor frecuencia de picaduras durante la emergencia del cultivo incrementan el riesgo de pérdidas. Según registros de INTA, se puede perder entre un 20 y un 25% de rinde por planta individual considerando daños moderados (plantas retrasadas con hojas deformadas que llegan a desplegarse), y en casos de alta presión, la viabilidad de la planta puede verse comprometida.

Balbi subrayó que esta plaga se oculta con facilidad, por lo que es necesario realizar un monitoreo específico, especialmente en presiembra. El daño ocurre en un periodo corto y se hace evidente más tarde; una vez desplegadas las hojas, el control deja de ser efectivo. El tratamiento de semilla comercial no logra un control suficiente debido a las dosis utilizadas, y el recurado puede afectar la viabilidad de la semilla.
En lotes con poca cobertura, una alternativa es la pulverización en presiembra junto con el barbecho corto, cuando la chinche está activa. En postemergencia, las aplicaciones deben realizarse cuando el cultivo está recién emergiendo, utilizando ingredientes activos de contacto y formulaciones de larga persistencia que permitan controlar la plaga en ese breve periodo crítico.

Oruga de la espiga: resistencia en aumento y control cada vez más difícil
En las últimas dos campañas, la oruga de la espiga mostró un crecimiento poblacional marcado. “En 2023/24 pasamos de un pico de 600 a 5000 individuos adultos capturados en trampas de luz, un aumento muy significativo. Esta plaga es resistente a los materiales BT, y esa resistencia evolucionó rápidamente”, explicó Balbi.
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El primer reporte de poblaciones resistentes se dio en Estados Unidos en 2020. En Argentina, hasta la campaña 2022/23 no se registraba incidencia en maíz; sin embargo, comenzó a detectarse de forma incipiente en esa campaña y avanzó con fuerza en 2023/24. En la campaña actual, las diferencias entre materiales BT y no BT prácticamente desaparecieron, afectando también a híbridos con tecnología VIP 3 y formulaciones más recientes.
Ensayos previos indicaron pérdidas de rendimiento de entre el 3% y el 4%. Balbi advirtió que su control es complejo y requiere maquinaria específica, por lo que se proyectan nuevos ensayos de control químico para la próxima campaña.