El trabajo del INTA Ángel Gallardo fue incorporado a un banco internacional de soluciones climáticas por su innovación, bajo costo y potencial de réplica en la región. Uno de los desarrollos destacados es el cultivo de boga en sistemas de recirculación acuícola, una tecnología que permite producir peces todo el año con uso eficiente del agua y control ambiental.
Las tecnologías desarrolladas por el Centro Operativo Experimental (COE) Ángel Gallardo del INTA obtuvieron un reconocimiento internacional al ser seleccionadas para integrar el Banco de Soluciones de la Plataforma de Acción Climática en Agricultura de América Latina y el Caribe (PLACA). Se trata de cuatro propuestas orientadas a la acuicultura sustentable, la producción integrada y la economía circular, que fueron evaluadas por un jurado técnico especializado y destacadas por su bajo costo, su base en recursos locales y su potencial de replicabilidad frente al cambio climático.
Cuatro tecnologías santafesinas destacadas por su aporte a la acción climática
El reconocimiento se dio en el marco del concurso “Soluciones prácticas y tecnológicas de bajo costo para la acción climática”, impulsado por PLACA, una iniciativa que articula a ministerios de Agricultura, organismos públicos, centros de investigación y agencias de cooperación de la región.
Las experiencias del INTA Ángel Gallardo pasaron a formar parte de un repositorio internacional de acceso público que reúne prácticas validadas para la adaptación y mitigación del cambio climático en los sistemas agroalimentarios.
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Las cuatro tecnologías seleccionadas reflejan líneas estratégicas de trabajo del COE Ángel Gallardo. Entre ellas se destacan el Sistema Biointegrado de Producción Acuícola-Hortícola (SBIPAH), que integra la cría de peces y el cultivo de hortalizas optimizando el uso del agua y los nutrientes; distintas soluciones biológicas para problemáticas urbanas y rurales, basadas en el uso de organismos acuáticos para el control de vegetación invasora y larvas de mosquitos; sistemas de cultivo de peces con baja huella hídrica asociados a huertas, mediante recirculación de agua; y propuestas de acuaponía a pequeña escala orientadas a hogares, instituciones y espacios urbanos.
La boga como alternativa productiva en el centro del país
En uno de estos proyectos el equipo del INTA Ángel Gallardo avanza desde hace casi una década. Se trata del desarrollo de sistemas de acuicultura intensiva, combinando investigación aplicada y articulación con el sector privado. Así lo explicó el ingeniero agrónomo Ariel Belavi, referente nacional de acuicultura del INTA, en una entrevista con el programa 6AM en AIRE de Santa Fe, donde detalló el trabajo que se realiza especialmente en la producción de boga en cautiverio.

Según Belavi, la acuicultura es hoy una actividad estratégica a nivel global: por primera vez, el consumo de peces provenientes de cultivo superó al de la pesca extractiva, y actualmente más del 50 % del pescado que se consume en el mundo es de origen acuícola. Una de las razones es la alta eficiencia del pez en la conversión de alimento en proteína, con tasas que, a nivel internacional, rondan entre 1 y 1,2 kilos de alimento balanceado por kilo de carne producida.
En Argentina, el desarrollo de la acuicultura estuvo históricamente condicionado por factores ambientales. Mientras que el pacú se cultiva en el norte y la trucha en el sur, la región central del país presenta una amplia variabilidad térmica que dificultó durante años la cría de peces en estanques tradicionales.
Frente a ese escenario, el INTA Ángel Gallardo comenzó a trabajar con sistemas intensivos de recirculación acuícola (RAS, por sus siglas en inglés), que permiten producir bajo cubierta, en altas densidades y con un uso muy eficiente del agua.
Dentro de estos sistemas, el equipo optó por la boga como especie principal. La elección se basa en varios factores: una mayor resistencia a las bajas temperaturas en comparación con el pacú, la posibilidad de atravesar el invierno sin necesidad de calefaccionar el agua y una alta demanda comercial. Además, es una de las especies más buscadas en la región y, en fechas clave como Semana Santa, suele marcar el precio del pescado local, en un contexto de escasez registrada en los últimos años.
Cómo funciona el cultivo intensivo de boga en cautiverio
El proceso productivo se organiza en etapas. En la primera, que abarca la producción de alevines y la cría de juveniles hasta aproximadamente los 100 gramos, los peces se desarrollan en tanques circulares de 5.000 a 10.000 litros. Estos sistemas cuentan con biofiltros anexos, donde bacterias nitrificantes transforman el amonio —un compuesto tóxico que los peces eliminan en altas densidades— en nitrato, una forma no perjudicial. Este mecanismo permite reutilizar el mismo volumen de agua durante largos períodos, reduciendo significativamente el consumo hídrico.

La aireación forzada, mediante equipos que garantizan niveles constantes de oxígeno, completa el funcionamiento de los sistemas RAS, que no generan efluentes y se caracterizan por su sustentabilidad ambiental. En estas condiciones, el INTA Ángel Gallardo logró tasas de conversión cercanas a 1,4 kilos de alimento balanceado por kilo de boga producida, un valor considerado eficiente en el contexto nacional.
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La segunda etapa corresponde al engorde, que actualmente se realiza en tanques de mayor volumen, de unos 25.000 litros, ubicados al aire libre. En estos sistemas, el equipo ya está produciendo entre 500 y 700 kilos de boga por unidad, con planes de escalar en el corto plazo a módulos de 50.000 litros, capaces de alcanzar hasta una tonelada de producción.
El reconocimiento internacional otorgado por PLACA pone en valor este recorrido y visibiliza el trabajo que se realiza desde el INTA Ángel Gallardo, donde la innovación tecnológica, la sustentabilidad ambiental y la respuesta a demandas productivas concretas se combinan en propuestas con impacto local y proyección regional.
