Una década de trayectoria es la que une a Apymel con el Gobierno de Córdoba para difundir productos de excelencia.
Era miércoles por la noche, en el Cabildo de la ciudad de Córdoba. La historia se celebró de gran manera con la décima edición de un evento especial que no se frenó ni con la pandemia. Con otra celebración, el jueves en Villa María se puso de relieve la importancia de la cadena láctea, la pericia de las empresas lecheras y su gente, pero también el gran nivel de productos que en el país y en la provincia mediterránea se generan.
“La visibilidad que logramos para los lácteos argentinos con ´La noche de nuestros quesos´ es algo que nos llena de orgullo”, dijo Pablo Villano, el presidente de la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas, sobre la idea que arrancó en 2015 para mostrar los productos y que las marcas no se perdieran en la venta a mayoristas.
«En el único lugar donde entendieron realmente con mucho profesionalismo esta celebración, fue en el Gobierno de Córdoba», remarcó el directivo.
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Las pymes lácteas en Córdoba son muchas, están bien diferenciadas por producto, organizadas de tal manera que comprendieron que un encuentro de este tipo puede mejorar la elección de los consumidores, generar un mayor conocimiento a la hora de comer queso, pero sobre todo fortalecerlos como sector.
Es a través de la figura de Sergio Busso, el ministro de Bioagroindustria de la provincia de Córdoba, que la actividad tomó fuerza, a través de sus diferentes gestiones.
Queso, arte y sabor
«El queso en sí es una obra de arte. Todo el trabajo que está alrededor del queso, desde el que pone una semilla para los verdeos, para los granos, el que cría la vaca, el que le da de comer, el que la ordeña, el transportista que trae la leche, todos los hombres y mujeres que hacen de este producto que están detrás de lo que es un círculo virtuoso, y todo culmina en un producto que llega al consumidor», consideró Villano.
En el Cabildo hubo 800 personas y casi la mitad el jueves por la noche en la zona del Anfiteatro de Villa María, donde se replicó el evento en el que se ofrecieron más de 470 kilos de quesos de todos los tipos, de pasta blanda, semidura y dura, con interesantes sabores y la experiencia social de disfrutarlos.
Nacional y regional
«Cada vez nos exigen más y es parte del objetivo inicial de Apymel, para desarrollar la entidad a nivel nacional, juntando gente y haciéndola interactuar, creemos que todo eso ha sido superado, porque cada vez más vemos un trabajo conjunto”.
Villano, que arranca un nuevo mandato en la presidencia de la entidad explica que “tenemos que renovar un plan en nuestra asociación, de integración, en donde nos especialicemos, porque cada uno de nuestros socios hacen una pieza que es la perfecta, pero una sola, para conseguir eficiencia».
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Con el correr de los años las pymes lácteas entendieron la importancia de especializarse, de “no hacer todos los mismos productos”.
“Ese es el cambio que viene. Ahora que nos conocemos bien, es la hora de especializarnos y crear algo como una gran empresa por regiones, para exportar y para el mercado interno», adelantó el responsable de Apymel.
Quesos con acento
Alvaro Ugartemendia es el titular de la empresa Capilla del Señor, una pyme innovadora de Villa María: «Desde el día uno Córdoba acompañó la idea de Apymel para poder desarrollar este evento y poner el queso en el lugar como estuvo en estas noches, ponerlo en valor como economía regional y con el gran trabajo que tienen detrás”, comentó.
El evento pasó de ser una o dos noches con 200 personas a una cita obligada. «En 2020, en pandemia, lo hicimos virtual». En ese momento se enviaron más de 400 tablas con los mismos quesos a las casas de los participantes, para una cata guiada en línea, una manera de «capacitar y enseñarle al consumidor cómo también se pueden degustar los productos».
Para Ugartemendia alcanzar la décima edición significa «darle otro vuelo», con dos sedes y con un camino que se abre a “recorrer otras cuencas lecheras, lugares turísticos, siempre llevando el valor del queso y el trabajo que cada uno tiene detrás”, con una calidad reconocida y que cada vez es más demandada por los consumidores.
Además del placer del producto, cada pieza tiene una “dedicación de 365 días al año, las 24 horas. Hay mucho sacrificio, no importa si llueve, si hay frío, si hay barro, por eso este evento busca poner en valor ese sacrificio, el conocimiento y el resultado, porque no solo ir pasar una linda noche y comer queso”.


