Agromandriles: un toque de atención para educar en la filosofía libertaria a los argentinos con problemas de comprensión.
Las terribles inundaciones ocurridas en la provincia de Buenos Aires tienen como principal responsable al gobierno de esa provincia, que no pudo o no supo articular las canalizaciones de los excedentes hídricos de manera apropiada en las regiones afectadas.
Me entristece escuchar a gente supuestamente informada mencionando que parte del problema es necesario buscarlo en el Gobierno nacional, porque no existe nada más alejado de la realidad que esa afirmación sin fundamento.
Los opinólogos argumentan que el Gobierno nacional congeló las obras del Plan Maestro de la Cuenca del Río Salado al apropiarse de los recursos del Fondo Fiduciario de Infraestructura Hídrica. Pero nada más equivocado que eso.
Dicho Fondo registró en el primer semestre de 2025 ingresos por 92.239 millones de pesos, la mayor parte de los cuales se explican por el cobro de una alícuota del 5% sobre el valor del combustible, mientras que en el caso del gas natural comprimido (GNC) el aporte es del 9%.
Haciendo gala de una gestión por demás responsable, el gobierno de Javier Milei apenas usó 14.090 millones de pesos en el período, lo que implica que el Fondo generó –descontando gastos de funcionamiento– una ganancia extraordinaria de 76.932 millones de pesos al cierre del primer semestre del año.
El último dato oficial disponible correspondiente al Fondo de Infraestructura Hídrica indica que el mismo cuenta con 174.060 millones de pesos, de los cuales 154.676 se encuentran en plazos fijos y Lecaps, mientras 19.384 millones están en cuentas a la vista.
Con tasas tan atractivas presentes en el mercado financiero, hubiese sido una picardía no aprovechar la colocación de esos fondos en los instrumentos mencionados. Esa metodología, en definitiva, es la mejor manera de proteger el capital destinado a financiar obras diseñadas para mitigar el impacto de las inundaciones.
La paralización de las obras fue condición necesaria para revisar la factibilidad técnica del Plan Maestro, el cual, luego de las graves inundaciones ocurridas, es evidente que estaba colmado de falencias de origen, las cuales ahora podrán ser corregidas por la gestión libertaria.
Por otra parte, una evaluación técnica profesional del programa permitirá analizar cuestiones que no estaban en agenda y que quizás puedan llegar a ser superadoras, como el caso de implementar una planta procesadora de pejerreyes en lugar de terminar la etapa II del tramo IV del Plan Maestro.
En toda crisis siempre puede aparecer una oportunidad. Después de todo, el nombre completo del organismo a cargo de gestionar la política agropecuaria es la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, actividad esta última que puede resurgir si el agua no se va de los campos.
Mientras tanto, los bonaerenses tendrán que seguir lidiando con la ineficiencia indolente del gobernador Axel Kicillof, quien tuvo que sufrir una gran inundación para descubrir que tiene bajo su órbita una Autoridad del Agua (ADA) que hace literalmente “agua” al momento de controlar los canales clandestinos que derivan los excedentes hídricos de una comunidad a la otra.
Por suerte, la súper ministra de Seguridad Patricia Bullrich se puso al frente del problema. Tendría que haber sido alguien del área de Obras Públicas, es cierto, pero ahí son todos desconocidos para el público, así que mejor Patricia. Al menos lanchones para atravesar los caminos rurales no van a faltar; quizás, hasta pueda haber
barcazas para transportar hacienda (cuidando siempre de que no pierdan las caravanas electrónicas) y helicópteros para sacar la leche de los tambos. Permitámonos soñar.
Con el tiempo, seguramente hasta podamos recuperar políticamente la provincia de Buenos Aires para ponerla en manos libertarias y comenzar así una gestión responsable en materia de administración de los recursos hídricos, ya sea con Lecaps o con los instrumentos que den por entonces las mejores tasas para cuidar el capital de los esforzados productores argentinos. No perdamos la esperanzas ¡Viva la libertad, carajo!

