Las obras en Rafaela siguen inconclusas y en algunos tramos reducen la calzada, dejando a los productores con trazas más angostas que hace un siglo. Advierten que los caminos rurales se vuelven inseguros para maquinaria y transporte, repitiendo el abandono histórico.
Este domingo 5 de octubre se celebró en Argentina el Día del Camino, una conmemoración que cumple exactamente cien años desde que se realizó el primer Congreso Panamericano de Carreteras en la ciudad de Buenos Aires. A partir de ese momento comenzaron a generarse políticas viales y aduaneras, y también se promovieron jornadas de educación vial para concientizar sobre el uso del espacio público, las vías de circulación y el respeto por las normas de convivencia.
Caminos rurales casi iguales a los que usaron los primeros colonos
Un siglo después, es difícil afirmar que la estructura vial de país esté mejor que entonces, a pesar de ciertos avances en un trazado nacional hoy estancado. Cada vez resulta más complejo el tránsito, el cumplimiento de las leyes, su control, la prevención y el castigo. Sin embargo, los caminos adecuados son fundamentales para la producción: permiten el transporte eficiente de insumos y productos terminados, reducen los costos logísticos, aseguran la movilidad de personas y servicios, e impulsan el desarrollo económico de las zonas rurales al integrarlas con las ciudades, los puertos y, en definitiva, los mercados.
Los caminos rurales son uno de los puntos más débiles para el sector agropecuario, ya que, a pesar de los aportes de décadas, rara vez se perciben obras positivas. Sin mantenimiento de los miles de kilómetros existentes, y ante la ausencia de cuneteado o canalizaciones que mejoren el escurrimiento del agua en tiempos de excesos hídricos —responsabilidad de provincias, municipios y comunas—, esta infraestructura mínima acumula limitaciones que afectan el arraigo rural, donde hoy la situación no difiere demasiado de la que enfrentaban los pioneros y colonos que hicieron grande al campo.
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Rafaela y los Caminos Rurales: una deuda que persiste tras un siglo
En lo que va de este siglo, en la provincia de Santa Fe hubo varios intentos de mejorar las trazas. Siempre la primera alternativa fue una doble imposición para los productores agropecuarios, que ya pagan tasas viales, pero a quienes igualmente se les pide más para financiar obras que deberían estar garantizadas.
De aquel intento de implementar una tasa sobre el combustible durante el primer gobierno socialista, se pasó a los Caminos de la Ruralidad en la gestión Perotti. Ese programa tuvo algunos avances, aunque dependía de la organización de los productores y de la convicción de los municipios en cuanto al cumplimiento de obra pública financiada por los beneficiarios.
La idea era abarcar unos 500 kilómetros en toda la provincia. El Gobierno aportaba fondos para comprar material de ripio, los municipios o comunas ponían maquinaria y mano de obra, y los productores se encargaban del mantenimiento. Según la localidad, las obras avanzaron de manera dispar.
En Rafaela —la ciudad del entonces gobernador, con un Ejecutivo del mismo signo político—, antes de diciembre de 2023 sólo se había conseguido licitar el material. Ya con nuevos gobiernos provincial y municipal, el programa fue renombrado como Caminos de la Producción. Sin embargo, Rafaela tardó en arrancar y, a casi 22 meses de la asunción, aún falta para concluir los 17,09 kilómetros estipulados en las cuatro trazas seleccionadas.

Se aplicó la lógica de trabajar primero sobre el Camino 23 Norte y el 27 Norte. Actualmente se está finalizando el Camino 23 Sur, que une Rafaela con Susana, donde además se ejecuta la obra de canalización del Bajo Peretti. Por allí circula la mayoría de los habitantes de la principal localidad complementaria de la tercera ciudad de la provincia.
Camino 27 Sur: obras mal ejecutadas y calzada más angosta para la maquinaria agrícola
El otro camino en obras es el 27 Sur, que parte de la calle Misiones de Rafaela, la primera de la ciudad en el ingreso hacia el Este.
Los primeros 500 metros desde la Ruta Provincial 70 ya están ripiados, pues corresponden al ingreso al barrio del exhipódromo. A partir de allí, las obras iniciadas en las últimas semanas trajeron novedades inesperadas.
Con el requerimiento de alteo y cuneteado, el camino, que tenía diez metros de ancho, hoy presenta la mitad de su capacidad para el tránsito.
Desde AIRE Agro recibimos el reclamo de los productores y acudimos a medir: las dimensiones no se corresponden con las necesidades. En gran parte de la traza ya se realizó el cuneteado, muy profundo, con un ancho de 2,50 a 2,70 metros de cada lado, utilizando caños de menor porte para los accesos a los campos.
Esto reduce el camino a un máximo de 5,50 metros, pero en algunos tramos llega apenas a 4,70 metros, menos de la mitad de lo que tenía antes.

El Camino 27 conecta Rafaela con Bella Italia, Aurelia, Angélica, Lehmann, Ataliva e incluso Humberto Primo. Es clave para el traslado de maquinaria, camiones con leche, jaulas para animales y, sobre todo, para la circulación de trabajadores de las unidades productivas y de familias con niños que viven en los tambos y necesitan tránsito diario.
El problema es evidente: las sembradoras tienen un ancho de 4,80 metros, las cosechadoras con cubiertas duales alcanzan los 5,50 metros, y los cabezales pueden medir hasta 18 metros de largo. Con cunetas tan profundas, maniobrar será imposible, los giros en los ingresos a los campos quedarán muy ajustados y se impedirá cualquier sobrepaso.
Según supimos, el responsable de la obra estuvo sólo una vez en el lugar. Los productores reclaman resolver esta situación antes de que se termine el trabajo y se invierta dinero de manera inadecuada.
La advertencia se basa en la lógica más elemental: se trata de obras que deben durar muchos años y que implicarán el pago de un mantenimiento constante a través de una tasa aún no definida. Pero, sobre todo, porque aún se está a tiempo de corregir errores que podrían derivar en accidentes y problemas graves en el futuro.