En el 33° Congreso Aapresid, expertos del sector agropecuario destacaron el crecimiento de la demanda global de aceites vegetales y biocombustibles. Los conceptos clave que recopiló AIRE Agro.
En el marco del 33° Congreso de Aapresid, que este año se celebra bajo la consigna «Código Abierto» para fomentar el intercambio de conocimiento e innovación, se realizó una charla titulada «Sembrar pensando en lo que el mundo necesita: el auge de los aceites vegetales».
La misma estuvo a cargo de un panel de expertos que abordó las oportunidades que la agricultura argentina tiene para enfrentar los nuevos desafíos globales, con un enfoque particular en el cultivo de oleaginosas y la creciente demanda de aceites vegetales.
Los expositores, Andrés Iolster (productor agropecuario), Jorge Ingaramo (economista, exfuncionario nacional en el Ministerio de Economía y asesor de Asagir) y Rubén Dicún (gerente general de NUFARM Argentina), coordinados por María Marta Reviso (gerente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina), ofrecieron perspectivas clave sobre cómo la demanda mundial está transformando el panorama agrícola.
El Impulso Global hacia los Biocombustibles y el SAF
Andrés Iolster inició la charla destacando el contexto internacional y los efectos regulatorios que están incentivando fuertemente la demanda de aceites vegetales. Según explicó, aproximadamente 60 millones de toneladas de aceites y grasas vegetales se utilizan en el mundo para producir biocombustibles.

En ese sentido, indicó que «se proyecta una aceleración de esta demanda, con propuestas legislativas en Estados Unidos que podrían sumar 5 millones de toneladas más, y Brasil transicionando del B14 al B15 (cada punto significa casi 450.000 toneladas adicionales), con planes de llegar al B20. Indonesia, por su parte, ya está pasando del B35 al B40, con proyecciones de alcanzar el B45 para 2028».
Para el especialista, el «gran cambio disruptivo» lo representa el Combustible de Aviación Sostenible (SAF, por sus siglas en inglés), con mandatos de mezcla obligatoria en algunos países.
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La creciente demanda está alterando los mercados, haciendo que la contribución del aceite al margen de las oleaginosas sea cada vez más alta. Para el productor argentino, esto genera oportunidades para oleaginosas de alto contenido de aceite como el girasol, la colza y la carinata. En particular, «la carinata se presenta como un cultivo prometedor para el SAF en Europa debido a sus bajas emisiones y su capacidad de captura de carbono en el suelo, mostrando los mejores ahorros de emisiones entre los cultivos evaluados», sostuvo al respecto.
El Girasol: La estrella de la alimentación
Jorge Ingaramo, por su parte, se centró en el girasol, un cultivo cuyo 82% de su precio depende del aceite y que se destina básicamente al consumo alimentario, no a los biocombustibles.
Ingaramo explicó que el aceite de girasol «se beneficia del desplazamiento de otros aceites hacia la producción de biocombustibles, dejando un nicho clave para el consumo humano».

En ese contexto, el economista postuló que «el consumo industrial de aceites vegetales creció un 4.5% anual en la última década, mientras que las exportaciones mundiales de aceite de girasol crecieron un 5.4% anual, incluso un 9% antes del conflicto Rusia-Ucrania».
Rusia y Ucrania –apuntó– representan el 55% de la producción mundial y el 80% de las exportaciones. La escasez generada por el conflicto, que ya lleva 41 meses, ha abierto una oportunidad para Argentina como un gran exportador que entra a contraestación.
«Argentina ha demostrado su capacidad en el pasado, sembrando 4 millones de hectáreas y produciendo 7 millones de toneladas en 1998. Las estimaciones para el próximo año superan los 2.6 millones de hectáreas y los 5 millones de toneladas de producción», afirmó Ingaramo, y subrayó que, a pesar de los desafíos pasados, el girasol es hoy un «cultivo estrella», con precios firmes y una fuerte expectativa de siembra.
Los cambios de Nufarm
Rubén Dicun, de NUFARM Argentina, compartió la experiencia de su empresa en la adaptación a estos cambios globales, donde han decidido transformarse de una empresa de semillas a una de innovación, buscando ofrecer productos adaptados al consumidor final, más allá del rendimiento en grano.
El directivo de la empresa dio como ejemplo la carinata, cultivo oleaginoso que NUFARM introdujo en el mercado para biocombustibles de aviación con «muchísimo éxito a nivel regional», superando las 150.000 hectáreas.

«Los dos primeros híbridos de carinata del mundo fueron desarrollados en su centro de innovación en Venado Tuerto y hoy se exportan globalmente», celebró Dicun.
Nufarm también tiene un fuerte enfoque en otros cultivos estratégicos como la canola, el sorgo y el girasol, buscando desarrollar soluciones de origen vegetal con «valor más allá del rendimiento», a los fines de satisfacer las necesidades del consumidor final.