La producción de papa en Argentina atraviesa una crisis por sobreoferta, caída de precios y menor demanda externa. Productores advierten que los costos no se cubren y temen dejar parte de la cosecha sin levantar.
El sector de la papa atraviesa una campaña crítica, con valores que no cubren los costos y una sobreoferta que deja a los productores en plena incertidumbre. El derrumbe de los precios, la expansión de nuevas áreas de cultivo, la irrupción de tecnologías que elevaron los rindes y el freno de las exportaciones confluyen en un escenario que amenaza la rentabilidad de miles de hectáreas.
Una super producción de papa genera sobreoferta en el mercado
Según relevamientos realizados por el Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar para la Federación Nacional de Productores de Papa (FENAPP), la superficie sembrada en el sudeste bonaerense —principal zona productora de papa del país— pasó de 34.815 hectáreas en 2024 a 38.177 en 2025, lo que representa un crecimiento del 9,7 %. En Córdoba, la segunda provincia en importancia, el área cultivada aumentó de 12.901 a 13.496 hectáreas, un 4,6 % más en el mismo período.
“Calculamos un 10 % más de área sembrada, pero faltó medir algunas zonas que se sumaron, como General Conesa y Choele Choel, en Río Negro, y Azul, en Buenos Aires”, señaló Alfredo Pereyra, presidente de FENAPP. Sin embargo, advirtió: “No solo ese ha sido el problema, porque hemos tenido muy buenos rindes, con un clima que acompañó muy bien. Hay otros factores que se combinaron para que ocurra el desastre que tenemos en producción y precio. Hoy estamos trabajando a pérdida: sembrar una hectárea cuesta entre 8.000 y 10.000 dólares, y en este momento apenas estamos recuperando el 10 %”.
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Pereyra agregó que la demanda externa también se debilitó. “Brasil, que concentra la mayor compra de papas argentinas, redujo a la mitad sus importaciones porque está trayendo papas de la Comunidad Económica Europea, que resultan mucho más baratas. En esa región, además, entraron nuevos jugadores como China, India y Egipto, con papas prefritas congeladas. Eso provocó que también se derrumbara el precio en Europa: en Francia, el año pasado una tonelada de papa costaba 150 dólares y este año cuesta 15”.
Tecnología y clima impulsan rindes récord, pero sin rentabilidad
En el centro-norte de Santa Fe, Oscar Selmi, productor del departamento Garay, remarcó que una bolsa que el año pasado se pagaba entre 12.000 y 14.000 pesos hoy ronda los 3.000. “Para que sea negocio debería valer el equivalente a ocho dólares, pero estamos muy lejos de eso”, afirmó.
A su entender, la incorporación de riego, fertilización ajustada y semillas de alta calidad impulsó los rindes en todo el país, incluso en nuevas zonas productoras como Salta, Jujuy y Río Negro, que antes tenían un peso menor.
Esta expansión geográfica, combinada con la tecnología y las buenas campañas climáticas, generó un excedente que el mercado interno no logra absorber. “Antes promediábamos 1.500 bolsas por hectárea; hoy llegamos a 2.000. Pero esa mayor cantidad de papa, junto con la caída de las exportaciones, hizo que el precio esté en un piso que no cubre los gastos”, explicó.

Carlos Del Caso, ingeniero agrónomo y productor de Los Cerrillos, Córdoba, vive una realidad similar. “Este año hubo una superproducción de papas. La mayor superficie en el sudeste bonaerense, sumada a una producción extraordinaria por las buenas condiciones climáticas, impactó en todo el país”, señaló.
Industria saturada y riesgo de papa sin cosechar
Del Caso integra la Comisión Agrícola, un grupo que reúne a unos 90 productores de papa de Villa Dolores y del norte de San Luis, y que participa de FENAPP. “El tema se conversa permanentemente dentro de la Comisión, porque todos estamos atravesando la misma dificultad de precios y vemos con preocupación que los costos no se cubren”, añadió.
Además, detalló que la industria procesadora —principalmente con plantas en Buenos Aires y Mendoza— “estuvo abarrotada de materia prima y sin competitividad exportadora por el tipo de cambio, lo que paralizó los envíos a Brasil y otros destinos”.
Ante la imposibilidad de colocar su mercadería en el exterior, muchas empresas volcaron al mercado fresco papas que originalmente iban a la industria, incrementando la sobreoferta. “El mercado está saturado y los precios son sumamente bajos. En algunas zonas se teme que quede mucha producción sin cosechar”, advirtió.
Allí, los valores también se derrumbaron. “El año pasado la bolsa de 18 kilos se vendía entre 8.000 y 10.000 pesos. Hoy se paga 3.000, un precio que no cubre los costos”, señaló el productor. A esta situación se suma la inminente entrada de la papa primicia de Tucumán, prevista para octubre, que podría ejercer una presión adicional sobre los precios.

La provincia mediterránea también debió enfrentar problemas climáticos. Heladas tempranas a fines de mayo y una siembra demorada por las altas temperaturas acortaron el ciclo del cultivo. “El rendimiento promedio de la zona fue de 18 toneladas por hectárea, muy por debajo de las 60 o 70 toneladas que logra el sudeste bonaerense”, precisó Del Caso.
Próxima campaña en duda: incertidumbre en el campo argentino
Los costos logísticos y la demanda selectiva complican aún más el panorama. “También incide mucho el costo de los fletes”, indicó Del Caso, quien describió un ritmo de ventas lento: “Clientes que normalmente cargaban toda la semana o dos veces por semana ahora compran mucho menos”.
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El productor recordó que la provincia tuvo dos campañas consecutivas con precios por debajo de los costos. “La cosecha de verano, que se inicia en noviembre, también tuvo valores muy bajos. Son dos cosechas seguidas en rojo”, resumió.
Los productores avanzan con la cosecha de manera cautelosa, evaluando cada venta. “No podemos abandonar los lotes porque la situación puede cambiar de un día para otro, pero hoy no sabemos cómo vamos a manejar la próxima cosecha”, reconoció Selmi.
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