Los nanofertilizantes surgen como una alternativa eficiente frente al alto costo de la urea y el fosfato diamónico. Con menor dosis por hectárea y mejor absorción de nutrientes, permiten reducir gastos y optimizar la producción agrícola.
El incremento sostenido en los precios internacionales de los fertilizantes tradicionales, como la urea y el fosfato diamónico (DAP), ha generado preocupación en el sector agrícola. Actualmente, la urea se cotiza en torno a los 600 dólares por tonelada, mientras que el DAP alcanza valores cercanos a los 900-910 dólares por tonelada. Esta situación tensiona la relación insumo/producto y obliga a los productores a buscar alternativas más eficientes para sostener la rentabilidad de sus campañas.
Qué son los nanofertilizantes y cómo funcionan en los cultivos
En este contexto, la nanotecnología aplicada a la nutrición vegetal comienza a consolidarse como una herramienta estratégica.
Los nanofertilizantes son formulaciones líquidas cuyas partículas se encuentran en un rango de entre 1 y 100 nanómetros. Su tamaño extremadamente reducido permite una penetración más eficiente en los estomas de las hojas y en los tejidos internos de la planta, lo que facilita el transporte de nutrientes hasta las estructuras responsables del crecimiento y desarrollo.
Una de sus principales ventajas es la reducción significativa en las dosis requeridas por hectárea. Mientras que los fertilizantes convencionales pueden demandar volúmenes cercanos a los 2 litros por hectárea, con esta tecnología es posible lograr efectos similares con apenas 250 cm³. Esto no solo disminuye los costos logísticos y de aplicación, sino que también reduce el impacto ambiental asociado al uso de insumos químicos.
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El mecanismo de acción se basa en una liberación controlada de los nutrientes, que permanecen encapsulados y estables hasta alcanzar el interior de la planta. De esta manera, se maximiza la absorción y se evita la pérdida de nutrientes en el suelo o por volatilización, un problema recurrente en las aplicaciones tradicionales.
Además, los especialistas destacan que esta innovación se presenta como una alternativa conveniente en un momento crítico para el mercado de insumos agrícolas. Además de aportar eficiencia, la nanotecnología permite un uso más racional de los recursos, aspecto clave en un escenario donde los márgenes productivos se ven presionados por los altos costos.
Nanotecnología en el agro: más eficiencia y menor impacto ambiental
«Esta tecnología permite alcanzar los tejidos más profundos de las plantas de una forma mucho más eficiente, ya que se utiliza menos dosis por hectárea y el impacto ambiental es marcadamente menor», afirma Pablo Manzanares, CEO de AKO AGRO, una de las empresas argentinas que elaboran estos insumos.
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En el país, firmas como esta ya comenzaron a ofrecer al mercado este tipo de soluciones, con desarrollos certificados bajo normas oficiales y avaladas por centros científico-tecnológicos.
Aunque todavía se trata de una tecnología emergente, los nanofertilizantes se perfilan como una herramienta capaz de complementar –y en ciertos casos reemplazar– parte del esquema tradicional de fertilización, brindando mayor previsibilidad al productor frente a un contexto internacional incierto.
