El tambo familiar que sobrevivió al temporal cerca de Malabrigo
“El golpe del agua era un infierno”, recuerda Andrés Pinatti, mientras repasa ese final de jornada, justo después del segundo ordeño. “Parecía que venían baldes de lluvia. Mirábamos hacia Vera y era como un tren rugiendo. Cortaba y volvía a arrancar”.
El tambo que Andrés lleva adelante junto a su hermano se ubica entre los departamentos Vera y San Javier. Allí cayeron 84 milímetros, una cifra manejable comparada con los 350 mm que se abatieron sobre Colonia Durán o los 400 mm en la ciudad de Vera, donde incluso se registraron piedras y ráfagas destructivas.
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Dos tambos quedaron atrapados en la franja crítica de la tormenta. Uno sufrió anegamientos severos. Pero los Pinatti, esta vez, zafaron.
Lechería en el norte de Santa Fe: reservas, ordeñe y manejo frente al calor
En un contexto donde el norte santafesino aún arrastra una emergencia por sequía prolongada —vigente hasta el 31 de agosto— el trabajo cotidiano en el tambo sigue siendo una apuesta diaria contra la incertidumbre climática.
“A pesar de todo, este verano fue el mejor en cuanto a reservas”, explica Pinatti. “Tuvimos lluvias en el momento justo para sembrar y eso nos permitió hacer más volumen que nunca. Faltó algo para el llenado de grano, pero la calidad fue buena”.
Los cultivos tardíos, aunque con menor volumen, entregaron un maíz picado de alta calidad hace apenas dos semanas. El calor del verano golpeó, pero dentro de lo previsible: “Estuvimos bien y eso nos permitió recuperar el ritmo que hoy tiene gran parte del sector”.
Actualmente el tambo produce entre 6.600 y 6.700 litros diarios con 185 vacas en ordeño. El objetivo es alcanzar el pico hacia fines de julio o mediados de agosto, cuando esperan llegar a las 240 vacas y superar los 7.000 litros diarios, siempre y cuando el clima acompañe.
El vínculo con Pymes: clave para el futuro de los tambos en Santa Fe
Más allá de la producción, los Pinatti hacen foco en la calidad de su leche. Hace un mes lograron renegociar el precio con la empresa principal a la que entregan cuatro veces por semana, tras meses sin actualizaciones. El resto de la producción va a dos pymes locales, lo que les permite obtener un promedio por encima del valor de referencia nacional (SIGLeA).
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En Malabrigo quedan solo tres tambos activos, que resisten a las inclemencias: la sequía prolongada, las inundaciones puntuales y la falta de infraestructura. Sin embargo, este año se vive con un poco más de optimismo.
Una de las decisiones estratégicas fue prolongar el engorde de los terneros Holando, llevándolos al peso de faena, lo que en 2023 les permitió aumentar ingresos y comprar una pala cargadora, clave para mejorar la alimentación del rodeo.
Bienestar animal y eficiencia: las nuevas prioridades de los tambos del norte
Para Pinatti, el futuro de la lechería no está en las grandes empresas, sino en las Pymes: “Son más diversas, exigen calidad según el producto que hacen y uno puede negociar de forma más personal. Hoy ya no alcanza la leche para abastecer a las cuatro empresas de la zona”.
Este cambio también obliga a pensar estratégicamente. “Hay que lograr que el negocio cierre para los dos lados”, sostiene. La clave está en la eficiencia y en adaptar la actividad al entorno, en una región donde los campos son 70% ganaderos y 30% agrícolas. Ahí es donde el tambo encuentra su lugar.
Los avances también se notan en cuestiones como el bienestar animal: más sombra artificial, mejores aguadas y alteo de lotes para los animales en recría. El camino es claro, pero siempre condicionado por el clima y por la falta de apoyo estructural.
Jóvenes, infraestructura y electricidad: los desafíos ocultos de la lechería en Santa Fe
La otra gran preocupación de los Pinatti es el recambio generacional. “Mi hijo está involucrado, pero los jóvenes esperan que los municipios, la provincia y la Nación aflojen con la presión tributaria, que se mejore la legislación laboral. Hay que hacer atractiva la actividad si queremos que los chicos se queden”.
A esto se suma una deficiencia estructural crónica: el servicio eléctrico. “El de la EPE es vergonzoso. Con solo 15 mm de lluvia, se cortó la luz porque no tenían una camioneta para entrar. Estuvimos 30 horas sin electricidad tres tambos por un fusible. Era algo simple de solucionar”.
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Aunque hubo mejoras en el cuneteado de caminos, se necesita mantenimiento constante. Basta una lluvia normal para generar anegamientos en zonas bajas.
Un pedido desde Malabrigo: más visibilidad para los tambos del norte provincial
Lo que más reclaman los productores es ser reconocidos como una región con características propias. “Cuando empezó esta gestión tuvimos una primera reunión convocada por la provincia y nunca más. Desde entonces, no fuimos convocados otra vez”, lamenta Andrés.
La queja es concreta: no se sienten representados dentro de la lógica de la cuenca central de la lechería santafesina, mucho más desarrollada. “Nos siguen atando a una realidad que no es la nuestra”.
La tormenta que pasó puede ser la excusa para volver a mirar al norte. Para entender su potencial. Para darles identidad. “Queremos que nos reconozcan, aunque seamos pocos. Que miren lo que hacemos, lo que logramos, y lo que todavía podemos dar”.