Un campo sustentable que transforma residuos en energía limpia
Este concepto se implementa en el agro a través de prácticas que integran agricultura, ganadería e industria. Por ejemplo, los cultivos pueden destinarse a la alimentación animal, los residuos orgánicos de los animales pueden convertirse en biofertilizantes, y los subproductos industriales pueden reutilizarse para generar energía o alimentar a los animales.
De esta manera, se crea un sistema integrado donde cada eslabón del proceso productivo aporta valor al siguiente, con una reducción de los costos y una optimización en el uso de los recursos.
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En el norte de la provincia de Córdoba, el establecimiento Las Chilcas es un ejemplo de esta tendencia, que se está adoptando en diferentes ambientes productivos del país. Ubicado entre las localidades de Rayo Cortado y Villa de María del Río Seco, la empresa combina la producción agrícola, ganadera y de biocombustibles en un sistema integrado.
Actualmente está terminado de poner en marcha un parque solar con una potencia instalada de 430 KW. “Arrancamos con el montaje de los paneles y comienzo de la obra eléctrica. Con esta inversión vamos a lograr autoabastecernos de energía limpia y sustentable, haciendo más eficiente muestra economía circular”, dijo Mario Aguilar Benítez, director de la empresa. Y apuntó: “A fin de junio comienza la operación comercial”.
Circuito cerrado en el campo: producción sustentable con ganadería e industria
El sistema de Las Chilcas comienza con el cultivo de maíz. Este grano se destina a la producción de 6 millones de litros anuales de bioetanol en una destilería propia. Los subproductos de este biocombustible, como la burlanda y la vinaza, se utilizan para alimentar a los animales del feedlot y la granja porcina, y también como biofertilizantes para los cultivos.
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El biodigestor es una pieza clave en este sistema. Allí se procesan los residuos orgánicos, como el estiércol vacuno y el purín de cerdo, para producir biogás, que se utiliza como combustible en la destilería. Además, el biodigestor genera un subproducto líquido llamado digestato, rico en nitrógeno y fósforo, que se aplica como fertilizante en los campos.
“Este sistema nos permitió cerrar el círculo de la economía circular, reduciendo costos y mejorando la sustentabilidad de nuestra producción”, explicó Aguilar Benítez. Gracias al biodigestor, la empresa redujo 30% sus costos energéticos, mientras que el uso de biofertilizantes permitió un ahorro de 20% en insumos químicos.
Cultivo, ganadería y biogás: un campo que produce sin contaminar
La empresa busca complementar de manera eficiente sus actividades agrícolas y ganaderas. El establecimiento cuenta con 12.600 hectáreas dedicadas al cultivo de maíz y soja, que se utilizan tanto para la alimentación del ganado como para la producción de bioetanol. Además, el establecimiento tiene un feedlot con capacidad para 21.500 cabezas de ganado vacuno y una granja porcina que produce 36.000 capones al año.
La economía circular no solo aporta al cuidado del ambiente, sino también a la rentabilidad de la empresa. Al reutilizar los residuos y optimizar los recursos, lograron reducir costos, mejorar la eficiencia y minimizar su impacto sobre el ecosistema.
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La granja porcina se destaca por su eficiencia. “El cerdo tiene una gran capacidad de convertir alimento en carne de manera rápida y eficiente. Además, su purín se utiliza como biofertilizante, cerrando otro eslabón del ciclo productivo”, sostuvo el empresario.
Además de los beneficios ambientales y económicos, el modelo de Las Chilcas generó 160 puestos de trabajo directos, que representa un impacto positivo en pequeñas localidades como Rayo Cortado y Villa de María del Río Seco. “Generamos empleo, aportamos al desarrollo local y utilizamos insumos que otras empresas considerarían desperdicios. Esto nos permite ser más competitivos y sustentables”, indicó.
Además, adelantó que los planes de la firma incluyen la posibilidad de expandir la granja porcina y explorar nuevas unidades de negocio, como la producción de biodiesel.