La fitopatóloga Margarita Sillón brindó recomendaciones para el control de roya, tizón y otras enfermedades fúngicas en maíz en Argentina. Destacó el uso preciso de fungicidas, la detección temprana y las oportunidades de biológicos y drones.
En el marco del Congreso Internacional de Maíz realizado en Rosario, la fitopatóloga y ex docente de la Universidad Nacional del Litoral, Margarita Sillón, brindó recomendaciones clave para el manejo de enfermedades fúngicas en el cereal.
En diálogo con AIRE Agro, la especialista remarcó que en Argentina “los productores tienen un único tiro” para aplicar fungicidas en el cultivo, ya que el costo de repetir aplicaciones no resulta viable en la mayoría de los planteos.
Cuales son las principales enfermedades del maíz en Santa Fe
Sillón diferenció los escenarios según fecha de siembra:
- Maíces tempranos: la enfermedad de mayor relevancia es la roya común, que puede aparecer desde V6-V8. Si el híbrido no cuenta con resistencia, es el momento clave para controlarla.
- Maíces tardíos: predominan las manchas foliares, especialmente el tizón común, caracterizado por lesiones oblongas. Según la especialista, no se puede esperar a ver tres o cuatro manchas por hoja porque a partir de allí la enfermedad se vuelve incontrolable.
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Principios activos y estrategias de aplicación para el combate efectivo a los hongos
Los productores disponen básicamente de cuatro grupos de fungicidas: triazoles, estrobilurinas, carboxamidas y multisitios (estos últimos aún no registrados en el país). “Hoy el agregado de carboxamidas está dando más eficiencia”, destacó Sillón, al señalar que además son productos de banda verde, aunque más costosos. De allí la importancia de aplicarlos en el momento adecuado.
La fitopatóloga enfatizó que la oportunidad de control no siempre coincide con la aparición visible de síntomas. “Muchas veces los daños se expresan después de la formación del grano, pero la ventana de control real estuvo antes, en estado vegetativo”, explicó.
Asimismo, advirtió sobre la logística: un maíz ya desarrollado en R1 no puede ser tratado con pulverizadora terrestre, por lo que la aplicación aérea se vuelve la única opción. En cambio, una aplicación temprana con mezclas que incluyan carboxamidas puede realizarse con equipos terrestres sin dañar el cultivo.
Sillón insistió en la necesidad de fortalecer las capacidades de diagnóstico a campo. “Hace falta volver a entrenar en reconocimiento de síntomas, porque muchas veces se confunde una bacteria con un hongo”, señaló.

Para decidir en forma preventiva, explicó, el técnico debe considerar factores como el antecesor: en lotes con historia reciente de maíz, los patógenos de manchas (como tizón o cercóspora) persisten en el rastrojo durante varios años.
Nuevas herramientas para el maíz: drones y bioinsumos
La especialista mencionó que las nuevas tecnologías también ofrecen alternativas. Los drones, dijo, podrían abrir un cambio estratégico en el manejo, aunque todavía deben evaluarse costos, tiempos y compatibilidad de dosis.
En paralelo, los bioinsumos se consolidan como una herramienta complementaria. Sillón destacó que ciertos bioestimulantes disponibles en Argentina ayudan a mejorar el estado general de la planta, reducen el impacto energético de la aplicación de fungicidas y han mostrado resultados positivos en campañas secas, al disminuir la incidencia de podredumbre de tallo y raíz en maíz estresado.
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Finalmente, en relación a la campaña fina, la especialista advirtió que ya se observan roya amarilla y distintas manchas foliares en trigo, además de síntomas propios de manchas de cebada en algunos lotes.
Con la entrada de los trigos del centro de Santa Fe en macollaje y luego en hoja bandera durante septiembre, recomendó intensificar el monitoreo, dado que en esa etapa se juega el mayor impacto de las enfermedades.