Agromandriles: Un toque de atención para educar en la filosofía libertaria a los argentinos con problemas de comprensión.
Aquellos que cuestionan la decisión del presidente Javier Milei de reducir las alícuotas de los derechos de exportación agrícolas para luego volver a subirlas y finalmente bajarlas nuevamente desconocen la magistral lección política que esconde ese ida y vuelta tributario.
Sucede que, con notable gratitud, el presidente procedió a comienzos de este año a reducir las denominadas “retenciones” para mejorar la competitividad del sector agrícola. Esa medida, en lugar de ser recibida con agradecimiento, fue el puntapié para despertar una serie de conductas angurrientas.
Cuando el presidente advirtió esa actitud ingrata, entonces subió los derechos de exportación –que no casualmente se habían instrumentado de manera temporaria– para que los integrantes del sector agrícola pudiesen experimentar el regalo que habían perdido.
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Finalmente, cuando el presidente entendió que los desagradecidos habían aprendido la lección, entonces tomó la decisión de volver a rebajar las retenciones. Esta vez, sí llegaron los reconocimientos de rigor, tal como se evidenció en las declaraciones de los dirigentes agropecuarios durante la Expo Rural de Palermo.
Así se forja un gran estadista: no sólo propiciando lo que es mejor para el pueblo, sino además aleccionando a los súbditos para educarlos cuando se apartan del rebaño.
Esta es la parte del artículo en la cual se indica que los derechos de exportación son un obstáculo para que la Argentina se aprovisione normalmente de divisas y el agro alcance un nivel de desarrollo equivalente al registrado en Brasil.
Sin embargo, es fundamental poder contemplar la inmensidad del bosque sin focalizar la vista en unos pocos árboles. El presidente, como buen libertario, tiene un concepto de la libertad que está más allá de la comprensión de la mayor parte de la población.
Así como, ni bien asumió, eliminó las restricciones para poder exportar e importar –una pesadilla engendrada durante el kirchnerismo–, también facilitó el poder de compra de los sectores más vulnerables.
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Sucede que la libertad, bien entendida, no puede ser cooptada por criterios endogámicos y egoístas. Aquellos personas que vinieron al mundo para ser solamente consumidores, tienen que tener plena libertad para poder ejercer su vocación.
Por eso mismo, tal como declaró la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello, desde que llegaron al poder no sólo sacaron del medio a los intermediarios para distribuir planes sociales, sino que además los incrementaron en su mayor parte. La Asignación Universal por Hijo creció un 400% en términos nominales, el Plan 1000 días un 1400% y la Tarjeta Alimentar un 137%. Considerando que en el período la inflación minorista oficial fue del 150%, entonces cabe advertir que el gobierno puso especial atención en esa partida de gastos.

¿A qué viene todo esto? Pues, así como los empresarios agrícolas recuperaron su derecho a exportar sin barreas ni cupos, lo mismo debe acontecer con aquellos que quieren ejercer la libertad de consumo, para lo cual, obviamente, se necesitan recursos.
Una vez que se entiende el plan en su dimensión integral, entonces es factible advertir la necesidad de financiar ese derecho inalienable. La restricción de divisas, ciertamente, sigue siendo un problema, pero mientras –fuerzas de Trump y del Cielo mediante– puedan seguir cayendo dólares desde Washington, no es aconsejable preocuparse.
Nunca faltarán aquellos que aseguran que la estrategia de Milei es puramente electoralista. Pero esas declaraciones, ciertamente, me ofenden, porque todos hemos visto al presidente llorar en el Muro de los Lamentos y recitar pasajes del Talmud en reiteradas ocasiones. El líder tiene una misión divina, aunque no todos puedan advertirlo ¡Viva la libertad, carajo!