Maíz bajo presión: por la chicharrita sufrió la falta de lluvias
La necesidad de adelantarse a la plaga llevó a muchos productores a modificar sus fechas de siembra, pero la falta de lluvias en momentos críticos revirtió las expectativas.
«Sin duda, si no hubiésemos tenido la precaución por la chicharrita y no hubiéramos sembrado temprano, hubiésemos tenido un año para obtener promedios potenciales en maíz», explicó Matías Zucaro, asesor agropecuario en el centro-norte de Córdoba.
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En esta región, los lotes implantados en octubre presentan pérdidas totales, mientras que en el centro-sur de Santa Fe los resultados, aunque variables, fueron mejores en comparación con la zona núcleo, donde los rindes quedaron muy por debajo de los promedios históricos.
Daniel Chincuini, gerente de sucursales de la Cooperativa Máximo Paz, que opera en los departamentos Totoral, Río Primero y Tulumba en Córdoba, describió un panorama similar: «Los maíces que sembraron en fechas tradicionales para la zona, a partir del 15 de diciembre, van a ser los que mejor rindes obtengan en secano. Los que se sembraron hasta el 15 de octubre, van a ser los que menos rindan. Y los que se sembraron entre el 10 y el 20 de octubre, también van a rendir mejor». Hasta el momento, la media en la región se ubica en 85 quintales por hectárea.
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«Este año la chicharrita se vino monitoreando. A través de los grupos técnicos de INTA estuvimos en continua alerta, con mucho seguimiento de distintos puntos del país. Pero hubo muy pocos ataques reportados y no tuvieron un crecimiento desmedido como el efecto del año pasado, que generó tantas pérdidas», destacó Chincuini.
Sin embargo, la experiencia reciente demuestra que las decisiones agronómicas seguirán supeditadas a la evolución de la plaga y del clima. Si bien el impacto de la chicharrita fue menor que en 2024, la vigilancia sigue siendo prioritaria para los productores del centro-norte de Córdoba y Santa Fe.
De cara a la próxima campaña, la planificación será clave. «Hay que pensar, de acá en adelante, cuánta agua tendremos; todavía hay probabilidades de precipitaciones en abril», concluyó Chincuini.
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La soja también experimentó un comportamiento disímil según la fecha de siembra. «Lo que se sembró primero está severamente complicado. Lo que se sembró sobre final de noviembre está más o menos complicado, y lo que se sembró desde los primeros días de diciembre en adelante viene bastante bien«, señaló Zucaro.
El técnico indicó que aún es muy incierto el resultado final de la campaña en la zona, por el estado muy heterogéneo de los cultivos. Pero aclaró que, a nivel histórico, el maíz en el norte de Córdoba logra unos 8000 kg por hectárea y la soja 3000 kg por hectárea.
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En la región de Chincuini, los cultivos sembrados a partir de diciembre sortearon mejor las adversidades climáticas, mientras que los implantados en fechas tempranas presentan una alta proporción de granos dañados y verdes, que afectarán la comercialización.
El impacto productivo también derivó en un cambio en la participación de los cultivos. «El maíz se sembraba casi en un 50% del área de cultivos de verano. Pero hubo que cambiar ese paradigma y se empezó a sembrar el cultivo en una proporción muy inferior. Hoy el maíz cayó su participación a un 27-28%, y crecieron las áreas de girasol, sorgo y soja, principalmente», precisó Chincuini. En su zona de influencia, el sorgo ya se cosechó en un 40%, liberando agua para los cultivos siguientes. Los rines promedios de soja están rondando los 35 quintales y 55 quintales los de sorgo.
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A pesar de las lluvias de marzo, la recarga de perfiles es heterogénea. «Recién vengo de un ensayo de maíz que se sembró tardío, entre el 15 y el 20 de diciembre, y tiene un estado espectacular. Pero también contamos con que la siembra hasta octubre ya tenía 220 mm, y después precipitaron alrededor de 330 mm más, así que viene a capacidad de campo», indicó Chincuini.
Sin embargo, advirtió: «Después no nos van a caer precipitaciones, por lo que si no sembramos la fina en mayo, ya no lo hacemos en secano». Al respecto, indicó que en el norte de Córdoba, se considera viable iniciar la siembra con 180 o 190 mm de agua en el perfil, con previsión de arrancar a fines de abril si las lluvias acompañan.
Los productores enfrentan daños adicionales debido al calor extremo y al estrés hídrico. «Este fue un combo perfecto para provocar fallas de polinización, madurez y llenado anticipado. En el caso de la soja, hubo lotes que quedaron secos. Hay productores que han dejado esas sojas sin cosechar y en estado crujiente. No es la mayoría, pues es menor al 5%, pero de gran impacto por el cambio de paradigma de sembrar anticipado grupos cortos», explicó Chincuini.