La adopción de buenas prácticas agrícolas y certificaciones internacionales está transformando la producción de cebada en Argentina. Estos estándares permiten garantizar trazabilidad, calidad y menor impacto ambiental en una cadena cervecera cada vez más orientada a la sustentabilidad.
En la planta de Punta Alvear, la mayor maltería de Boortmalt en Latinoamérica, productores, técnicos y representantes de la industria cervecera se reunieron para observar de primera mano cómo la cebada cultivada bajo estándares de sustentabilidad se convierte en el insumo clave de algunas de las cervezas más reconocidas del país.
La jornada, organizada por CCU Argentina y Boortmalt, puso el foco en la importancia creciente de las buenas prácticas agrícolas, la trazabilidad y la certificación como garantía de calidad e impacto ambiental reducido.
Durante el recorrido, los asistentes visitaron 21 parcelas experimentales con diferentes momentos de siembra, tratamientos agronómicos y variedades de cebada. Estos ensayos permitieron evaluar rendimientos, comportamiento sanitario y calidad comercial para definir los lotes que luego ingresarán al proceso de malteo.
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Las prácticas aplicadas —siembra diferenciada, manejo responsable de insumos y monitoreo técnico en cada etapa— forman parte del enfoque agronómico que ambas compañías buscan consolidar junto a productores de Rosario y Bahía Blanca.

Certificación y trazabilidad, la base del modelo productivo
Una parte central del encuentro fue la presentación de los avances logrados en materia de certificación. La cebada utilizada en estas experiencias está avalada por el estándar FSA 3.0 (Farm Sustainability Assessment), impulsado por SAI Platform, que evalúa criterios ambientales, sociales y de gestión agrícola. Este sistema garantiza que el origen del grano provenga de campos que aplican prácticas responsables, resguardo del suelo, uso eficiente de recursos y condiciones laborales adecuadas.
Actualmente, el 38% de la malta utilizada por CCU ya cuenta con esta certificación, y la empresa proyecta llegar al 50% hacia 2030. La trazabilidad completa —desde el lote hasta la cerveza final— se ha convertido en un elemento central para garantizar consistencia y calidad sensorial en marcas como Heineken, Imperial, Schneider o Amstel.

Resultados en la industria cervecera
El trabajo coordinado entre productores, Boortmalt y CCU mostró ya resultados concretos. La cervecería de CCU en Luján fue distinguida por Heineken Global entre las cinco mejores plantas del mundo en la elaboración de cerveza Heineken, un reconocimiento que la compañía atribuye, en parte, a la calidad de la materia prima sustentable y trazada.
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Además, con plantas en Rosario y Bahía Blanca —ambas abastecedoras de cebada para el mercado nacional—, Boortmalt consolidó una cadena de valor que combina competitividad, cumplimiento regulatorio, criterios ambientales y previsibilidad frente a los desafíos climáticos.

Sustentabilidad en toda la cadena de producción
Desde CCU, el Gerente de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad, Juan Pablo Barrale, enfatizó la importancia de esta articulación productiva. “El cuidado de nuestro planeta empieza por entender el impacto de cada etapa de nuestra cadena de valor. Con este trabajo junto a Boortmalt y los productores locales, dimos un paso concreto dentro de nuestras metas 2030: producir responsablemente, asegurar un abastecimiento certificado y seguir elaborando cervezas de calidad con un origen sustentable”.
Por su parte, Agustín Zaffora, Quality & Innovation Manager de Boortmalt, destacó el rol central del manejo agronómico. “En Boortmalt consideramos que la calidad de la cerveza se define en el campo. La certificación de cebada sustentable y la adopción de prácticas responsables nos permiten garantizar una materia prima de menor impacto ambiental y alineada a los estándares que promovemos. Este trabajo conjunto refuerza nuestro compromiso por una cadena de valor más sólida, trazable y orientada al futuro”.
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Dos gigantes que cuidan el ambiente
CCU Argentina es una compañía multicategoría de bebidas y la segunda más grande del mercado cervecero nacional. Produce un amplio portafolio de marcas locales e internacionales —entre ellas Heineken, Imperial, Schneider, Amstel y Blue Moon— y cuenta con más de 1.900 empleados, cinco plantas industriales y una red de más de 170 distribuidores. Su estrategia de sustentabilidad se enmarca en las metas 2030, que incluyen abastecimiento responsable, reducción de impacto y fortalecimiento de su cadena de valor.
Boortmalt, en tanto, es uno de los mayores malteros del mundo, con una capacidad global de 3,1 millones de toneladas y operaciones en cinco continentes. En Argentina opera dos plantas estratégicas —Punta Alvear y Bahía Blanca— en un país que produce el 75% de la cebada utilizada en la industria cervecera regional. Desde allí provee maltas de alta calidad a cervecerías, destilerías y empresas alimenticias.
