El gigante sudamericano alcanzó un estatus destacado gracias a un sistema de vigilancia intensivo y al financiamiento solidario entre productores e industria. Su modelo, apoyado en el fondo sanitario Fundesa y en un seguro que incentiva la transparencia, será eje del debate en el Congreso Ganadero de Rosgan.
Brasil alcanzó este año un hito sanitario que marca un antes y un después para la ganadería sudamericana. Desde mayo, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) reconoció oficialmente al país como libre de fiebre aftosa sin vacunación, un logro que consolida un sistema de control sanitario robusto y con fuerte participación del sector privado.
El tema aftosa será uno de los ejes del 4º Congreso Federal Ganadero de Rosgan, que se realizará el 13 de noviembre en la Bolsa de Comercio de Rosario, donde el vicepresidente de la Confederación de Agricultura y Pecuaria de Brasil (CNA), Gedeão Silveira Pereira, expondrá la experiencia del país vecino.
Un camino largo y planificado
El proceso brasileño comenzó hace más de dos décadas, con la suspensión gradual de la vacunación en distintos estados. Santa Catarina fue el primero en dejar de aplicar dosis hace más de veinte años; luego siguieron Río Grande do Sul, Paraná, Rondônia y Acre. En 2024, todo el territorio fue certificado como libre sin vacunación.
“La vigilancia es mucho más rigurosa cuando no vacunás que cuando vacunás. Eso es una verdad”, subrayó Silveira Pereira. Según explicó, el avance fue más rápido de lo previsto gracias a la ausencia de circulación viral, especialmente en el nordeste del país.

Un modelo de control compartido
La clave del sistema radica en una vigilancia activa, sostenida tanto por el Estado como por los productores. El dirigente destacó el caso de Río Grande do Sul, donde se logró controlar rápidamente un brote de gripe aviar gracias al Fundesa (Fondo de Sanidad Animal), un fondo privado de financiamiento sanitario creado y administrado por los propios productores.
“Por cada animal faenado, el productor aporta 71 centavos de real y la industria otros 71. Con esos recursos se cubren gastos de vigilancia y respuesta sanitaria”, explicó Pereira. Este esquema permite una reacción inmediata ante emergencias y complementa la acción pública, garantizando recursos sin demoras burocráticas.
El rol del seguro y la transparencia sanitaria
Uno de los pilares del modelo brasileño es el aseguramiento del productor, una medida pensada para evitar que se oculten sospechas de enfermedad. “El gran vigilante es el propio propietario, el que está en el campo. Pero ese propietario tiene que tener un seguro, porque una aftosa y un rifle sanitario pueden fundirlo”, advirtió el dirigente.
Para brindar respaldo económico, la CNA contrató una póliza con una empresa suiza por unos 40 millones de reales (10 millones de dólares), que complementa los fondos del Fundesa. Así se garantiza que el productor reciba una compensación rápida si debe sacrificar animales por razones sanitarias. “Si tiene una sospecha, debe avisar. La agilidad es clave. Si se esconde un caso, la catástrofe es inevitable”, enfatizó.
Pese a los avances, Brasil reconoce una debilidad: aún no cuenta con un banco de antígenos o vacunas fuera del país, un requisito exigido por la OMSA para garantizar la disponibilidad inmediata de dosis en caso de brote.
“Eso tendríamos que ya tenerlo contratado y no está. Si ocurriera un brote, no podríamos actuar con rapidez porque no se pueden mantener esos bancos dentro del territorio nacional”, explicó Silveira Pereira, quien mencionó el caso de Biogénesis Bagó en Argentina como referencia regional.

Vigilancia regional y desafíos fronterizos
Desde el sur brasileño, las autoridades confían en un entorno de bioseguridad favorable, rodeado por países que continúan vacunando contra la aftosa. “Nos sentimos seguros. No hay actividad viral y, por otro lado, tenemos Uruguay, Argentina y Paraguay vacunando. Eso nos da una especie de perifocal regional”, describió.
Sin embargo, el dirigente mostró preocupación por Bolivia, que dejó de vacunar recientemente, y por la situación sanitaria de Venezuela y Colombia. “Venezuela oculta todo lo que pasa, es un desastre. Y Colombia tiene algunos problemas. Nos preocupa por el movimiento fronterizo y la migración hacia Roraima”, señaló.
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Con más de 210 millones de cabezas de ganado, Brasil es hoy uno de los mayores exportadores de carne del mundo. La certificación libre de aftosa sin vacunación refuerza su posición comercial y mejora la competitividad del complejo porcino y aviar. “Dejamos de vacunar, principalmente por presión de la gente del cerdo. Brasil es el mayor exportador de pollo y cerdo, y la aftosa, aunque no los afecte directamente, interfiere en los mercados”, explicó Pereira.
Mientras Argentina analiza su propio camino hacia una ganadería sin vacunación, la experiencia brasileña ofrece lecciones sobre coordinación público-privada, fondos de respuesta rápida y mecanismos de aseguramiento que fortalecen la transparencia sanitaria. “Libre es libre, con o sin vacunación. Lo importante es no tener la enfermedad”, resume Silveira Pereira. Un mensaje que, en vísperas del congreso ganadero de Rosgan, promete reavivar el debate sobre el futuro sanitario de la región.
