El INTA Rafaela presentó nuevas estrategias para ajustar la alimentación del rodeo lechero según la etapa de lactancia, mejorando la eficiencia y reduciendo costos sin afectar la producción. Dividir el rodeo en grupos nutricionales permite atender las necesidades de cada vaca y optimizar el uso de los recursos del tambo.
Investigadores del INTA Rafaela presentaron nuevas estrategias de manejo para optimizar la alimentación del rodeo lechero. El trabajo, elaborado por el Dr. Eloy Salado y el Med. Vet. Pablo Roskopf, destaca que adaptar las dietas a las distintas etapas de lactancia permite mejorar la eficiencia productiva y reducir costos, frente al modelo tradicional de una única ración para todo el rodeo.
Por qué la vaca no necesita siempre la misma ración
Según los especialistas, la vaca lechera atraviesa fuertes variaciones en sus requerimientos energéticos a lo largo del año. Tras el parto, los animales alcanzan su pico de producción entre los 35 y 49 días, momento en que las demandas nutricionales son máximas. Sin embargo, la capacidad de consumo se incrementa más tarde, lo que genera un período de balance energético negativo que compromete la fertilidad y la salud metabólica si no se maneja adecuadamente.
A pesar de esta dinámica fisiológica bien conocida, los autores advierten que solo un tercio de los tambos argentinos divide el rodeo con fines nutricionales. En la mayoría de los casos se mantiene un esquema de “rodeo único”, con una misma ración para todas las vacas. Esta práctica simplifica el manejo y reduce la necesidad de mano de obra, pero provoca desequilibrios: las vacas de alta producción quedan subalimentadas y las de menor producción, sobrealimentadas.
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Resultados del INTA Rafaela en tambos experimentales
Los ensayos del INTA Rafaela mostraron que, en un rodeo experimental de 287 vacas, si se formula una ración promedio para 34 kilos de leche por día, casi la mitad de los animales queda con deficiencia energética. Ajustar la dieta para cubrir un nivel superior (45 kg/día) mejora la cobertura nutricional, pero incrementa el consumo global y los costos.
Frente a esto, el informe plantea la división del rodeo en grupos homogéneos, según criterios como los días en lactancia, el nivel de producción corregido por grasa, el mérito genético o los requerimientos nutricionales de energía y proteína. En el ejemplo del Tambo Experimental, segmentar las vacas en tres grupos (frescas, punta y cola) permitió reducir la demanda promedio del rodeo un 17% sin afectar la producción.
Estudios adicionales respaldan esta estrategia. En condiciones de pastoreo, el INTA comprobó que asignar el concentrado de manera variable —según la etapa de lactancia— aumentó en 14,6% la producción de leche sin elevar los costos.
En sistemas confinados, investigaciones internacionales mostraron que dividir el rodeo en tres grupos nutricionales puede incrementar los ingresos netos hasta 45 dólares por vaca al año y mejorar la eficiencia energética y del uso de nitrógeno.

Una oportunidad de mejora para la lechería argentina
“El manejo diferenciado del rodeo mejora la precisión de la alimentación, reduce el número de vacas en balance energético negativo y evita el sobreengorde hacia el final de la lactancia”, concluyen los técnicos. Además, destacan el papel de las tecnologías de precisión, como los sistemas de dosificación computarizada en sala de ordeño, que facilitan la alimentación ajustada al estado fisiológico de cada animal.
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Si bien los beneficios están demostrados, la adopción de la división del rodeo con fines nutricionales sigue siendo baja en el país. Para el INTA, esto representa una oportunidad concreta de mejora en eficiencia productiva, sostenibilidad y bienestar animal para el sector lechero argentino.