En las empresas familiares, separar lo laboral de lo personal es clave para evitar conflictos. En esta guía práctica para mantener la paz, el cariño y hacer crecer el negocio, descubre cómo cuidar los espacios y fortalecer tanto el negocio como la unión familiar.
En la columna pasada compartimos la importancia de poner sobre la mesa conversaciones incómodas sobre el dinero, los roles y la sucesión. Sin embargo, es necesario cuidar los espacios desde donde se desarrollan estas decisiones clave para la empresa y la familia.
Hoy te compartimos prácticas simples para que en la mesa de directorio no se ventilen conflictos familiares, ni que los asados de domingo se conviertan en una asamblea donde se intenten resolver asuntos de la empresa.
En este cuidado, por naturaleza, las mujeres cumplimos un rol relevante. Nos convertimos en protagonistas y especialistas en ajustar el termostato, poniendo límites tan determinantes como amorosos cuando un almuerzo dominguero empieza a contaminarse con cuestiones de trabajo.

Por qué es importante separar la empresa de la familia
En una conferencia que brindé la semana pasada en Córdoba, uno de los asistentes comentó:
—¡Eso es muy difícil! Generalmente yo me siento en una punta y mi papá en la otra, y van surgiendo inevitablemente temas del campo.
Le pregunté:
—¿En esa mesa hay miembros de la familia que no trabajan en la empresa?
Ante su respuesta afirmativa, planteé:
—¿Podés empatizar con qué tan integrados en esa conversación se pueden sentir?
Silencio absoluto.
En otro panel del que participé como moderadora, Nicolás Fissore, de Establecimiento Don Alfredo (Marull), expresó:
—Para nosotros la familia es sagrada. Las reuniones por decisiones de la empresa se toman los lunes o martes. Así, los domingos ya llegamos a la mesa más relajados. Reiniciamos la semana tomando decisiones clave —aunque a veces incómodas— teniendo frescos los valores que nos unen.
Esta práctica simple me resultó poderosa.
Es vital recordar que, en la mesa de los domingos, somos familia. Que el hermano que eligió no participar de la actividad productiva nos hace latir el corazón cuando toca la guitarra y cantamos juntos. Que si la cuñada nos deleita con unas empanadas únicas, podamos saborearlas y elogiarla, aunque el lunes tengamos que tomar decisiones incómodas sobre la administración en la que colabora.
Cuidar los espacios y el contexto, disfrutando de la familia con la misma pasión con la que gestionamos y dirigimos la empresa, es tan importante como los temas que allí se traten.
Prácticas simples para mantener la armonía en empresas familiares
En lo posible, es recomendable que no se utilice la misma mesa. Si no es posible y no disponen de un lugar especial para resolver los asuntos de la empresa, será necesario realizar un esfuerzo adicional de concentración y separación de las cuestiones domésticas. Es importante que no existan interrupciones y que alguien de confianza filtre las visitas inesperadas —tan comunes en los pueblos— que entran sin golpear.

Si el tema lo amerita, porque es trascendente —por ejemplo, decidir la sucesión o la planificación patrimonial—, es aconsejable utilizar un espacio neutral y, quizás, dejarse ayudar por expertos conciliadores de confianza que integren la mirada emocional, legal y tributaria.
Además, es necesario definir quiénes participan en determinadas decisiones, como estrategias de inversión, ventas de activos, toma de endeudamiento y qué lugar ocupan los familiares políticos.
Hay reuniones, como las evaluaciones periódicas de resultados o el seguimiento de la producción, que requieren acordar el “cuándo” para bloquear agendas. Sabemos que el clima en el campo a veces nos juega malas pasadas, lo que exige reorganizaciones y nos entrena en flexibilidad.
Preguntas poderosas para transformar los encuentros familiares y laborales
Empezar a tomar conciencia y acciones sobre el cuidado del espacio, las personas involucradas y la oportunidad en que se toman decisiones es preservar la empresa y la familia.
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¿Identificás mejoras que podrían implementar en sus encuentros de empresa y de familia?
¿Tenés algo para proponer?
¿Por qué no lo decís?
¿Cómo te sentirías si lo dijeras?
¿Qué podrían lograr juntos realizando estos cambios?
—Pará, pará, pará, Mónica —dice Fantino.
Es que los coaches somos grandes preguntones, y nos apasiona generar contextos para que las conversaciones productivas sucedan hoy y transformen el futuro.
