Se produjo por la reducción de la inflación, y también por las mayores ayudas de contención que el Estado otorgó a los sectores de menores ingresos, en un contexto de mayor informalidad laboral e incremento del desempleo. (7,9%, equivalente a 1,8 millones de desocupados).
Según el INDEC, en relación con la fuerte caída de la actividad económica y de los ingresos del primer trimestre de 2024, la distancia entre los ingresos per cápita del 10% de la población de mayores recursos bajó de 23 a 19 veces en relación con el 10% de la población de menores recursos.
También el coeficiente de Gini del ingreso per cápita familiar de las personas fue de 0,467 para el primer trimestre de 2024, mientras que en el mismo trimestre de 2025 el valor fue de 0,435, “lo que muestra una disminución de la desigualdad en la comparación interanual”.
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Estas mejoras -como la baja en un año de la indigencia y pobreza- se explican fundamentalmente por la desaceleración de la inflación y por el incremento de los ingresos no laborales (ayudas sociales del Estado, fundamentalmente AUH, Tarjeta Alimentaria y Plan 1000 Días) a los sectores de menores ingresos que se financió, y en exceso con el «ahorro fiscal», motosierra mediante, por el recorte a las Provincias, los ingresos de los jubilados y otros sectores del Estado como las universidades.
La Consultora LCG señala que “55% de los ingresos per cápita de un hogar del primer decil son de origen laboral, mientras que el 45% restante proviene de una fuente de ingreso no laboral (ej. Transferencia del Estado, rentas, etc.). Hay que decir que estos últimos ganaron representación en el total (+7 puntos) en los últimos 2 años, posiblemente a partir del incremento significativo de la AUH y la Tarjeta Alimentar”.
El informe del INDEC destaca que del total de los ingresos (laborales y no laborales), los no laborales del 10% más pobre pasaron de 62,6% al 61,2% en un año, en tanto el segundo decil más bajo pasó del 51,4% al 55,1% y el tercer decil más bajo del 46.0% al 47,7%.
Por otro lado, hubo un salto en la informalidad laboral de la población ocupada. Alcanzó al 42,4%, lo que equivale a más de 8 millones de personas ocupadas sin los beneficios de la Seguridad Social.
Entre los asalariados, la informalidad subió al 36,3%. También creció la brecha salarial entre varones y mujeres. Los ocupados varones percibieron en promedio un 27,8% más que las mujeres con empleo.
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“En relación con noviembre de 2023, el mes de abril 2025 marcó una continuidad de la situación de los meses previos. Concretamente, el salario privado formal real se mantuvo en un nivel relativo de un 1% abajo y el público siguió en un nivel un 15% inferior”, en ambos casos por encima de la pérdida acumulada durante las gestiones de Mauricio Macri y Alberto Fernández.
Finalmente, la Consultora LCG señala que “hacia adelante, un mercado de trabajo más deteriorado por aumento de la desocupación y un mayor grado de informalidad, en paralelos con ajustes en la asistencia social y salarios moviéndose en línea con la inflación, hacen pensar que los indicadores de desigualdad no seguirán mejorando al ritmo previo”.