En el extremo cordillerano de Chubut, La Nicolasa adapta su manejo productivo a las condiciones extremas del sur. Entre valles helados y genética seleccionada, el ciclo ganadero sigue firme pese al frío.
A casi 1.000 metros sobre el nivel del mar y rodeada por la vastedad blanca de la cordillera austral, la cabaña La Nicolasa recibió las primeras nevadas del año. Las imágenes son elocuentes: bovinos Angus de perfil rotundo, quietos bajo la nieve, entre pasturas que comienzan a desaparecer bajo el manto helado. El invierno ha llegado al suroeste profundo de Chubut, y con él, se reactiva el ritmo silencioso pero firme de la ganadería patagónica.
Una cabaña en el límite: entre Chubut, Santa Cruz y Chile
Ubicada en Lago Blanco, justo en el límite con Santa Cruz y a pocos kilómetros de la frontera con Chile —frente a la localidad trasandina de Balmaceda—, el establecimiento está enclavado en un territorio imponente. Valles glaciales, montañas nevadas, lagos de aguas frías y bosques nativos componen un paisaje que alterna belleza sobrecogedora con desafíos logísticos constantes.
El aislamiento, la altitud y un clima dominado por el viento y el frío durante buena parte del año, le otorgan a la zona un carácter agreste, ideal para sistemas extensivos que requieren rusticidad tanto en los animales como en las personas.
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Cría y recría de Angus adaptado al clima patagónico
En ese marco, la cabaña dirigida por el médico veterinario y productor Mauricio Zampedri se ha convertido en uno de los establecimientos de mayor crecimiento en la región para la raza Angus. Allí se combinan la cría y recría de animales adaptados a condiciones extremas, con un criterio de selección que privilegia la funcionalidad en el campo patagónico.
“Actualmente contamos con unos 280 vientres, de los cuales 50 son Puros de Pedigree. El resto son puro controlado, y tenemos además unas 50 hembras MAS (Madre Angus Seleccionadas), entre negras y coloradas”, detalla Zampedri. La apuesta, dice, es seguir creciendo en cantidad de madres, siempre con foco en la eficiencia y la funcionalidad bajo condiciones patagónicas.
El objetivo, según cuenta Zampedri, es aumentar progresivamente el rodeo de vientres y consolidar una genética que pueda servir no solo al establecimiento, sino también a otros productores de la región.

El rol del valle y el deshielo en la alimentación del rodeo
La superficie total del campo es de 31.000 hectáreas, aunque solo un 25% está destinada a la actividad bovina. El resto continúa dedicado a la ganadería ovina, históricamente orientada a la producción de lana, que aún conserva su peso económico y cultural en la región.
La incorporación del Angus, sin embargo, ha permitido aprovechar zonas específicas del predio. “Las vacas están principalmente en las áreas de valle, irrigadas naturalmente por el deshielo, donde crecen buenos pastos”, precisa el productor. El sitio es ideal para sostener rodeos en condiciones climáticas difíciles.
En La Nicolasa se produce genética Angus adaptada al sur argentino. “Producimos toros para uso propio y también para otros campos de la región, pertenecientes a socios que también trabajan con Angus”, señala Zampedri, quien destaca que si bien elaboran tanto puros controlados como Pedigree, la mayoría de los animales están destinados a la venta, y deben estar a la altura de lo que exige el sur.

Toros y vientres: calidad reproductiva para toda la región
Además, la cabaña participa activamente del Circuito Patagónico, presentando toros y vaquillonas seleccionados para exposición, aunque el foco está puesto siempre en la funcionalidad. «Buscamos destacar en pista, pero sobre todo en el campo, con reproductores que funcionen y ayuden a mejorar los rodeos de toda la Patagonia”, subraya el veterinario.
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El inicio de las grandes nevadas marca un punto de inflexión en el calendario ganadero. Se reducen los desplazamientos, se intensifica el cuidado del rodeo y se monitorean de cerca las condiciones del pasto, el estado corporal de las madres y la evolución de los terneros. Cada metro de terreno, cada bache en el clima, cada hora de luz tiene su valor estratégico.
En este rincón remoto de la Patagonia, donde el silencio lo cubre todo menos la tarea diaria, La Nicolasa avanza firme con su modelo productivo. La postal invernal puede parecer estática: animales quietos entre copos, cercos apenas visibles, galpones entumecidos. Pero debajo de esa superficie blanca, hay un sistema vivo, ajustado, preciso, que sigue funcionando con la misma tenacidad con la que las vacas Angus enfrentan —una vez más— otro invierno en los confines australes de la Argentina.